Volver a ilusionarse

24/10/2023
Volver a ilusionarse

Dos «carmonazos» dieron la victoria al Cadete A frente a Las Rozas, un nada fácil rival

Y estando yo peleado con el fútbol, como de una disputa matrimonial se tratara, elegí la mañana de un sábado cualquiera para reencontrarme con él. Me acerqué a la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano, una mañana soleada y con temperatura ideal, esperando que un partido de fútbol formativo me devolviera la ilusión por este deporte.

El menú era sencillo, tenía que elegir entre un partido de fútbol 11 entre cuarentones talluditos y un partido de superliga Cadete del Rayo Vallecano. La elección era sencilla, así qué me acomodé plácidamente en mi asiento y dejé que mi avidez por el fútbol me devorara una vez más.

Comenzó el Rayo Vallecano muy fuerte, con un futbol de control, estructurado y con numerosas llegadas a área. Conté una única llegada de Las Rozas con peligro, y lo único que les salvaba de la quema, era su solidez defensiva y la falta de acierto de los delanteros del Rayo Vallecano. Tras el descanso, el 0-0 era inamovible. La ansiedad de los dos equipos se hacía palpable en el ambiente, máxime cuando escudriñando la clasificación, descubrí que les separaba únicamente un punto, estando por el momento, Las Rozas por encima.

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Fue en ese instante, cuando el entrenador local, Alberto Madrid, decidió móvil banquillo y poner en Iiza los dos delanteros que tenía en la reserva. Salieron del campo Rafael Bragança (muy voluntarioso pero con poca suerte de cara a gol) y el centrocampista José Lopesino, dando entrada a Iván Diez (Máximo goleador del equipo con 3 dianas) y a Carlos Carmona.

Solo me tomó tres minutos volverme a enamorar. Tres minutos fueron los que tardó Carlos Carmona en hacer un maravilloso control orientado, tras un pase largo de Jaime Blasco, para salvar al portero y hacer el primero en su cuenta. Este es precisamente el futbolista, tras consultar a mis fuentes secretas de información, que hace honor a las tres palabras que definen al Rayo Vallecano:

  • VALENTÍA, porque hay que ser valiente para salir desde el banquillo con una sonrisa, demarcación habitual para él en cuatro jornadas de liga (añadiendo una jornada sin ser convocado), para salir a hacer su trabajo, un trabajo que no es otra cosa que hacer gol, sin que importe absolutamente nada más.
  • CORAJE, porque hay que tenerlo para lidiar con la etiqueta de delantero pequeño, un delantero que por lo visto debe ser pequeño de estatura (no me ha dado esa sensación), pero con la suficiente potencia y velocidad para volver loca a toda la defensa rival, y necesitar tres acciones para hacer dos goles (que no se me olvide su segundo gol, siendo el más listo de la clase, tras una falta maravillosamente lanzada por Pelayo Palomo, para llegar a remachar un rechace que nadie había percibido en el campo).
  • NOBLEZA, porque a pesar de todo lo anterior, y contra todo lo que podría pensar cualquier persona, es lo suficientemente noble para pensar en el resto del equipo, y hacer fácil lo difícil, brindando dos espectaculares pases profundos a un toque, que su compañero en ataque no pudo acertar a resolver. Una nobleza que se percibe cuando acaba el partido y casi todos sus compañeros van a abrazarle y reconocerle su valía.

Para acabar el festín, y contrariamente a lo que haría cualquiera después de hacer dos goles, en vez de buscar el tan ansiado hat-trick, este pequeño gigante agarró una bola en la frontal del área, y en vez de buscar el disparo, generó el timing perfecto para la entrada por banda en el área de Joel Lorenzo, que cayó derribado, justo después de que Las Rozas acortara distancias tras una falta lateral.

Cuando se decreta una pena máxima, existen unas directrices de equipo, y en este caso, por circunstancias que desconozco, alguien decidió saltárselas. Más allá de esta situación, el karma se ocupó del resto y puso a cada uno en su lugar, siendo detenido el lanzamiento por parte del portero. Pero no me centraré en este hecho para empañar yo mismo una mañana que empezó como una más y acabó siendo maravillosa. Jugadores así merecen que me quite el sombrero. Jugadores que están por encima de decisiones de club, de entrenadores, de familiares y de cualquier persona que ose opinar en el tema (que por lo que se escucha en la grada hay bastantes). Un jugador que no goza apenas de los minutos que le gustaría, pero que los aprovecha de esta manera, con una actitud positiva y de 10, se merece cuanto menos mi respeto.

Gracias, Carlos, por devolverme la ilusión por el fútbol y por hacer que me enamore de un jugador como tú. El mundo del fútbol siempre me atrapa y más contigo en él.

The Ghost Coach