El Rayo repite ante Osasuna la goleada (0-3) del pasado miércoles en Copa. Pobre partido de los de Míchel ante un conjunto navarro que obtuvo la victoria casi sin proponérselo.
Se suele hablar, en el mundo del fútbol, de la necesidad de sumar de tres en tres. Pero el Rayo Vallecano parece haberse equivocado de contador. Solo cuatro días después de que el Tenerife pisotease a los de Míchel en la eliminatoria de Copa del Rey, el Osasuna volvió a cosechar idéntico resultado (0-3) en su visita al campo de Vallekas, que se sigue pareciendo más a un circo que a un recinto deportivo.
Tras la nueva derrota, el Rayo acumula ya 340 minutos sin ver puerta (desde el 2-0 contra el Numancia), de los cuales al menos 180 lo son sin ni siquiera disparar al marco rival. La visita a Vallecas se ha convertido en un masaje con final feliz para los arqueros rivales. Preocupante dato, sin duda, para un equipo al que se le había llenado la boca con la palabra ascenso durante las últimas semanas. Tal vez demasiado pronto. Sin embargo, lo peor no es la estadística, que en cualquier momento se podría romper, sino la escasa creatividad de la que adolece el equipo dirigido por Míchel desde la primera mitad frente al Numancia en la segunda jornada.
Alineó el vallecano una formación parecida a la que había estado introduciendo en semanas previas. De forma incomprensible, a la luz de lo visto, no debutó Raúl de Tomás y el míster vallecano siguió otorgando protagonismo al manido falso nueve que ocupó Trejo (a la postre uno de los pocos excluidos de la quema). Por detrás, la única novedad fue la entrada de Fran Beltrán en detrimento de un Unai López que venía de más a menos. Con esos actores, el encuentro comenzó con nula tensión y una circulación de balón lenta en ambos casos. Rojillos y franjirrojos medían sus fuerzas con alternancia de combinaciones sin peligro alguno y los guardametas lo seguían todo desde lejos. Todo era demasiado previsible: Trashorras manoseaba la pelota en la medular y Fran Beltrán recuperaba el balón y los espacios. Mientras, en la zona alta, Trejo aportaba su movilidad entre líneas, Embarba era incapaz de enviar un centro con peligro a sus compañeros y Lass no atinaba a tomar una sola decisión correcta. Uno de los clásicos de la Albufera.
Y de pronto marcó Aridane. A la salida de un córner el ex del Cádiz le ganó la posición a Galán y remató solo delante de Alberto. Era el minuto 28, pero la primera parte no dio más de sí. El pitido final obligó a recular a vestuarios a una de las peores primeras partes de los últimos tiempos en el estadio de Vallecas. Lo peor es que la segunda mitad solo fue un poco más de lo mismo. El Rayo siguió moviendo la pelota con parsimonia, lo que a Osasuna le aportaba placidez. Los rojillos solo tuvieron que dedicarse a defenderse (gracias al bastión de seguridad que proporcionó un excelso Aridane), cerrar espacios y perder tiempo.
Entretanto Míchel movía piezas. Entraron Chori y Velázquez en los puestos de Lass y Galán. Pero sustituir jugadores no significa modificar partidos y esta sigue siendo la asignatura pendiente del entrenador vallecano. Anoche, al menos, trató de azuzar al equipo con un cambio de formación. Sin embargo, la introducción de la defensa de tres suena a plato precocinado (y bastante poco efectivo) para la parroquia rayista.
Solo el Chori Domínguez, con una falta muy bien lanzada y un remate desde el suelo en una contra, puso garra y entrega en una segunda parte para borrar del recuerdo. Velázquez también pudo empatar a falta de diez minutos, pero su remate, solo delante de Sergio Herrera, es uno de los grandes enigmas que dejó la cuarta jornada en la Liga 123. Así las cosas, tan cómodo se sentía el equipo de Diego Martínez ante el paupérrimo partido rayista que, en dos zarpazos postreros, apuñaló a su rival e hirió de muerte la contienda. Xisco Jiménez fue el autor material tras remachar con calidad un envío que caía revirado del cielo y, minutos después, arrebañar hacia la red un triple rechace (o cuádruple o quién sabe cuántos) que terminó colándose ante la ausencia de carácter defensivo del club vallecano. El Osasuna acababa de apuntarse un triple doble (tres goles más tres puntos) ofreciendo un manual de cómo ganar un partido sin apenas hacer nada por ello. Nuevo regalo del Rayo, que también encajó su triple doble con sendos 0-3 en menos de cuatro días y que hace saltar las alarmas: en cinco partidos la franja ya ha recibido la friolera de diez goles mientras que acumula ya tres encuentros sin anotar. Ni rastro de aquellas euforias.
Texto: Jesús Villaverde Sánchez
Imagen: Iván Díaz