Volvió a caer el Rayo en casa, esta vez frente a un Getafe rocoso y serio, pero con una actitud distinta a la de derrotas anteriores.
Suele pasar en fútbol que te chocas contra un muro al tratar de lograr tu objetivo, ya sea por acierto del rival o error propio. O, como en el caso del Rayo-Getafe, por una combinación de ambos. El resultado: un despropósito, o una combinación de varios, que hace que la Franja pierda sin jugar un mal partido, pero lejos aun de firmar un buen encuentro.
La gota fría y las tormentas dieron tregua para el momento justo del partido, con un sol de justicia que quería morir matando en un mediodía de octubre, en una previa en la que trabajadoras de limpieza se afanaron en limpiar y achicar agua de la grada aun cuando el juego ya estaba en marcha. Tampoco es que hubiese mucho más que contar de lo que pasó en el verde en la primera mitad, en la que el Rayo, en el que debutaba el canterano Akieme en Primera en la banda de un Álex Moreno que se cayó del partido a última hora, intentaba encontrar un hueco en el férreo entramado defensivo getafense.
Así se dio que los de Míchel, quien sintió el apoyo unánime de la grada rayista que reivindicó a su míster en los minutos 8 y 10, tenían el balón, pero no terminaban de saber cómo meterlo en el área. Del otro lado, los de Bordalás fueron a ceder la pelota y a presionar la salida del rival para tratar de provocar el error, y varias veces lo lograron sin que pasase de ahí. La poca pimienta que hubo en las áreas la pusieron Amat con un cabezazo de remate de córner que se quedó Soria y una buena jugada individual de un Trejo en modo old school que entró en el área por el centro de la misma pero se le fue largo el último control. Y ya afuera,de la zona de castigo lo intentó Advíncula en el tramo final con un tiro que se marchó cerca del poste derecho visitante. 0-0 y poco que contar al descanso. Luego la cosa cambiaría.
Empezó el segundo tiempo con un aire distinto y más enrarecido. Que lo importante del partido tendría lugar en la segunda mitad se vio en el inicio de la misma, con el codazo de Arambarri y la jugada personal de Embarba que casi se convierte en gol del año, con su galopada por la derecha y ese tiro desde posición de centro que se envenenó y se topó con la madera. Tras eso, un continuo y yermo intento rayista de llegar y disparar, similar a lo visto en los primeros 45 minutos, mientras el Getafe se defendía con todos los recursos de los que disponía, reglamentarios o no, y poco a poco inflando la estadística de faltas. No logró abrir la lata el cuadro vallecano en las mil veces que rondó el área getafense, y en el otro costado bastó una para cantar bingo.
Corría el minuto 63. Una falta en el ala izquierda del ataque azul en zona de tres cuartos local se botó al corazón del área, dónde se alzó Foulquier ante la displicente y pasiva mirada de la defensa rayista para cabecear duro un balón que entró a la red tras impactar en la base del palo derecho de Alberto. Solo esa le valió al Getafe para golpear y dar el primer paso hacia el triunfo. El segundo se daría 4 minutos más tarde, con un Rayo aturdido que buscaba la reacción con la incorporación de Bebé en lugar de un Álvaro García algo sobrepasado, pero que se encontró con un 0-2 en un desajuste tremendo en defensa provocó que el balón le llegara a Jorge Molina en la zona izquierda del área para ponerle un pase de la muerte a Jaime Mata. Leyó la intención Akieme, pero el intento de desviar el cuero a córner acabó en autogol del canterano franjirrojo. De la forma más cruel se ponía 0-2 un partido que no estaba ni mucho menos para sacarse esas diferencias.
Akieme lleva años mamando rayismo en la «City». Así lo demostró él, que lejos de venirse abajo trató de levantarse, y así lo vio la afición, que aplaudió al lateral tras encajar el tanto. En cuanto a lo futbolístico, fue Akieme el que quiso salvar el orgullo herido de un Rayo que estaba perdiendo de forma dura y buscar una reacción. Y si se pudo creer en la remontada, fue porque a falta de 15 minutos para llegar al 90 Aki llegó al área visitante y puso el balón con un gran centro a Raúl De Tomás para que pegase una volea que describió una bonita parábola por encima del arquero visitante y acabó en el fondo de la red. Recortó distancias De Tomás y dio esperanza en la parroquia franjirroja.
Con 1-2, un cuarto de hora por delante, el Rayo con el impulso del gol y un Estadio de Vallecas rugiendo como en los grandes eventos, ¿qué puede hacer el Getafe, o mejor dicho, Pepe Bordalás, para salir del partido con los 3 puntos? Exacto. Era el momento de desplegar el otro fútbol de una manera tan escandalosa como efectiva. No se jugó apenas, ni en los 15 minutos que quedaban al anotar De Tomás ni en los 7 que se añadieron con posterioridad, como una clara evidencia de lo que estaban haciendo los visitantes. No hubo un lance que no acabara con un jugador de azul en el suelo. Entre que no le dejaban jugar casi, no lograba elaborar, un posible penalti no pitado y que se le acababa el tiempo, el Rayo acabó desesperado y cayendo en la trampa que le tendía el Getafe. El despropósito se terminó de confirmar con las dos amarillas en 10 minutos que vio Óscar Trejo, una por protestar, evitable por parte del jugador, y otra por una falta cuanto menos dudosa, inventada por el colegiado. Se quedaba con 10 la Franja tras haber realizado 9 faltas menos que su rival y cuando le quedaban solo 3 minutos del tiempo extra para tratar de sacar un punto que nunca llegó.
Al final, cayó el Rayo por 1-2. Una jugada mal defendida, un cruel gol en propia y una expulsión postrera y totalmente evitable acabaron por condenar a los de Míchel. El despropósito, sin embargo, es distinto a las anteriores derrotas de la Franja, pues el equipo dio la cara hasta el final, derrochando actitud pero aun algo carente de aptitud. El miércoles habrá otra oportunidad, en forma de partido aplazado contra el Athletic, de buscar la tan ansiada primera victoria en casa.
Informó Jorge Morales García. Imagen de Iván Díaz.