Jaque mate

17/03/2019
Jaque mate

Nueva derrota del Rayo Vallecano, esta vez ante un rival directo que deja al equipo a seis puntos de la salvación y en una situación cada vez más delicada. Tras una primera parte de aprobado raspado, llegó el muy deficiente en la segunda.

En el Estadio de La Cerámica se daban cita dos de los conjuntos que peor están haciendo las cosas a lo largo de la presente temporada. Por un lado, un Villarreal que está purgando sus penas entre semana, arrasando en la Europa League, pero coqueteando con el descenso en Liga y, un Rayo Vallecano al que cada semana, se le da la extrema unción como si de la crónica de una muerta segura se tratase y al que le empieza a oler el culo a Segunda División por encima de sus posibilidades.

En los franjirrojos solo la entrada de Imbula por Santi Comesaña como novedad en el once que cayó derrotado en el Camp Nou y en las filas groguets, sorprendentemente, Javi Calleja dejaba en el banco a hombres como Gerard Moreno, Fornals o Carlos Bacca, dejando a Toko Ekambi como punta de lanza en ataque.

Los primeros minutos del choque fueron tan de tanteo que, lo único destacable fue un zapatazo de Bebé desde muy lejos que llegó mansamente a las manos de Asenjo. Un Bebé que en menos de 10 minutos ya había permutado su banda con Álvaro García, intentando encarar por velocidad a Pedraza y a Miguelón, los carrileros del submarino amarillo. Poco fútbol por parte de los dos contendientes, con un Rayo Vallecano en el que todos los balones pasaban por las botas de Imbula, con lo que eso conlleva y un Villarreal que fiaba a la calidad de Cazorla todo su juego ofensivo, pero sin capacidad de trenzar dos pases seguidos.

Tras una buena jugada, creo que la única del partido, entre Álvaro García y Álex Moreno, el balón finalizó en saque de esquina. Cuando todos esperaban que fuese Bebé el que golpease al corazón del área (o a Marina D’Or, con el portugués nunca se sabe), optó por tocar en corto para que el hombre que juega con guantes aunque el termómetro marque 30 grados, Imbula, colgase el balón para que Mario Suárez rematara de cabeza al fondo de las mallas.

Una vez más, el Rayo Vallecano se adelantaba en el marcador, esta vez a los 20 minutos de juego. y la duda era en qué momento el equipo haría su particular Moonwalker dando varios pasos hacia atrás. Esto no sucedió en la primera parte, supongo que también por demerito del Villarreal, que todo sea dicho, este partido de hoy solo se lo gana al Rayo Vallecano que da aún más pena que ellos. Solo ciertos destellos de calidad de Cazorla y Pedraza se pudieron ver en los primeros 45 minutos, esto unido a una buena ocasión de Samu (con apellido irreproducible) que más que rematar, acompañó un buen servicio desde la izquierda que detuvo bien colocado Dimitrievski.

Y llegó la segunda parte, esa en la que solo compareció un equipo, el local. Los jugadores fueron figurantes de cualquier capítulo de The Walking Dead y fruto de ello llegó el empate de Toko Ekambi que en la primera parte estuvo ausente, pero que no perdonó el regalito de la defensa franjirroja. El Villarreal solo necesitó un pase largo buscando la espalda de la defensa, para que Chukwueze por velocidad llegará solo al vértice del área, le diera tiempo a levantar la cabeza y su asistencia al punto de penalti lo iba a desviar Velázquez quedándose franco para que Ekambi fusilara a Dimitrievski.

Dos minutos más tarde, cuando aún los jugadores franjirrojos seguían cabizbajos por el gol encajado, Iborra iba a filtrar un balón entre los defensas para que libre de marca Ekambi hiciera el segundo gol en su cuenta particular. Segundo crochet a la mandíbula franjirroja que, pese a tener casi 40 minutos por delante, había elegido tirar la toalla para que el púgil rival no hiciera más sangre.

Lo que sucedió en la segunda parte fue todo un monólogo del Villarreal y solo faltaba saber en qué minuto llegaría el tercer gol. No sería hasta el minuto 88 cuando Gerard Moreno, un habitual en la fiesta del gol, recibiría libre de marca en el carril de Álex Moreno que, por alguna extraña razón que desconocemos, bajaba a defender mientras el siete del Villarreal celebraba el gol anotado.

Previo al gol, lo más destacado del conjunto franjirrojo, que ya había movido fichas sin éxito, fue una tangana en la que nuestros jugadores demostraron que no en todo eran tan inferiores a los jugadores del equipo rival. Tal vez si la actitud mostrada por algunos en la montonera, la aplicaran en lo que a lo puramente futbolístico se refiere, otro gallo nos cantaría.

Desde el banquillo, Míchel probó a cambiar la defensa de cinco a una defensa de cuatro y posteriormente a una de tres, pero son intentos en vano de cambiar algo que no funciona. Puedes cambiar unos peones por otros, que si no tienes piezas que realmente sean poderosas en tu particular tablero, siempre sucederá lo que ha ocurrido en el Estadio de La Cerámica, que acabas recibiendo jaque mate y nadie puede salvar a la reina.