El Rayo no fue capaz de pasar del empate (0-0) ante un Getafe duro, rozando lo violento, de Quique Sánchez Flores, que habló más en sala de prensa que en el campo.
Jesús Villaverde/Matagigantes
Hablar de fútbol y Getafe en la misma frase puede ser la mejor definición de aquel recurso literario denominado oxímoron. El Rayo salió ileso del club de la lucha ambulante de Quique Sánchez Flores en un desenlace milagroso. El consuelo que queda es que, al menos, ningún jugador franjirrojo tuvo que sufrir males mayores en sus carnes. El Getafe, por su parte, llegó a Vallecas con una clara, y única, intención: la de que lo que se viese sobre el tapete fuese lo menos parecido al fútbol por el que pagan los espectadores.
El partido se inició con un evidente dominio rayista que no se iba a diluir en ningún minuto del duelo. Camello, muy líquido, se movía a la perfección entre la férrea línea defensiva azulona y basculaba el juego hacia los costados para abrir la tela de araña visitante. Comesaña probó suerte a las primeras de cambio con un lanzamiento desviado. No había señales del Getafe, más allá de las múltiples patadas a destiempo y provocaciones constantes capitalizadas por Aleñá, el Busquets de Hacendado. Sin embargo, a los 25 minutos, Maksimovic obligó a Dimitrievski a una plástica estirada en la acción más clara de gol de la primera mitad. El resto de la primera parte, el guión estaba meridianamente claro: el Rayo proponía y el Getafe destruía y destruía.
La segunda mitad transcurrió exactamente igual que la primera. Fran García probó a David Soria desde lejos, aunque el meta consiguió atajar el balón raspado. El dominio del Rayo era abrumador y absolutamente constante y, muy pronto, se cristalizó en una acción de penalti por manos. Trejo asumió la responsabilidad y, donde no suele fallar, erró. Los héroes también sangran. No se vino abajo el Rayo, llevado en volandas por una hinchada entregada a su escudo e identidad. Lo intentó Lejeune, de lejos, pero el que más cerca estuvo fue Radamel Falcao. El tigre salió para fijar los centrales y, en la primera que tuvo, batió a David Soria de un certero testarazo, pero el killer se encontraba en offside. El ariete se espoleó a sí mismo y lo volvió a buscar mediante un lanzamiento desde tres cuartos que Soria detuvo con manos duras.
El asedio fue, de ahí al final, como todo el partido, absoluto y con todo el corazón. Pero no fue suficiente. A veces, el fútbol es injusto y no atiende a los méritos; solo a los goles convertidos. El punto del Getafe en Vallecas es solo otra forma de apuñalar al fútbol. Pero, al menos, en perspectiva, podemos sonreír porque no hubo lesionados. No ganó el tercer equipo de Madrid. Pero sí demostró el primer equipo de Vallecas que, a día de hoy, tiene más fútbol y es claramente superior a su artificial rival conciudadano. Nadie habla del club de la lucha y en el fútbol, como en la vida, es mejor hablar dentro del campo que en la sala de prensa.
Imagen destacada: @rayovallecano