El Rayo Vallecano dormirá esta jornada en puestos de playoff tras lograr una victoria con más polémica que brillo y buen juego.
Hay un mantra en el mundo del fútbol que dice que, si en un partido sales a empatar, tienes muchas posibilidades de perderlo. No siempre es así, pero sí en un altísimo porcentaje. Esto es perfectamente aplicable a un Numancia que salió a Vallecas con un sistema de 5-1-3-1 tratando de hacerse fuertes atrás y dejando a Higinio como un islote en el ataque. Y eso que los regalos defensivos del Rayo Vallecano permitieron que los de Carrión se metieran en el partido hasta en dos ocasiones.
El Rayo Vallecano, por el contrario, repetía el 4-4-2 que tan buenos resultados le dio en La Romareda, con la permuta de Advíncula por Tito (era obvio) y la primera titularidad de Velázquez en detrimento de Saveljich. Con la ausencia obligada de Trejo y la entrada de Óscar Valentín, el conjunto de Jémez ganaba en músculo en el centro del campo, pero perdía creatividad y llegada al área contraria.
El partido en su comienzo estaba siendo soso y anodino, sin un dominador claro y con constantes interrupciones, con un Numancia fiando toda su actividad ofensiva a poner balones en el área rayista con faltas lejanas, y con un Rayo que no conseguía encontrar a De Frutos y Álvaro por bandas.
Tuvo que ser Óscar Valentín el que se pusiera el disfraz de Gardel y emulara al «Chocota» Trejo en una jugada personal penetrando en el área soriana, donde caería derribado. En principio, no parecía que la jugada tuviese mucho más recorrido e incluso el propio Óscar era increpado por los defensas rivales, acusándole de tirarse. Pero en esas llegó el colegiado y el VAR. Como es habitual, cualquier jugada susceptible de ser penalti, se revisó desde la sala VOR y, lo que en un principio parecía un posible derribo, se convirtió en una zamorana de un defensa soriano. Tras la eterna revisión, primero desde el VAR y, posteriormente, por parte del propio colegiado, señaló el punto de penalti. Mario Suárez no falló y puso el balón en la escuadra de la portería numantina.
Se adelantaba en el marcador un Rayo Vallecano que apenas había inquietado a un Numancia que debía dar un paso adelante tras encajar un gol no exento de polémica. Lo que el VAR nos quitó en Coruña, nos lo devolvió esta noche.
Lo cierto es que ni el Numancia dio ese pasito al frente ni el Rayo Vallecano mejoró tras el gol convertido. Todo parecía encaminado a llegar con este 1-0 al descanso, pero surgió De Frutos que nos está acostumbrando a prender la mecha de la magia y cuando aparece el 12 de la Franja, siempre suceden cosas. En esta ocasión, De Frutos iba a hacerse con un balón alejado de su hábitat natural en banda derecha y entrando desde el centro, en una verdadera demostración de potencia y velocidad, iba a asociarse con Juan Villar que le devolvería de primeras para definir como una verdadera locomotora y poner el 2-0 ya en tiempo de prolongación.
Tal vez demasiado premio para lo ofrecido por el Rayo en la primera mitad, pero si hubo un equipo que hizo más por irse en ventaja en el marcador, ese fue el entrenado por Paco Jémez.
A los ocho minutos de la reanudación, el técnico canario decidió dar entrada a Santi Comesaña y a Andrés Martín sustituyendo a Qasmi y Álvaro García. Con estas permutas, volvía al habitual 4-2-3-1 con Santi por delante de los dos mediocentros, cambiando a De Frutos a banda izquierda para que Andrés Martín cayera a banda diestra. Santi no termina de carburar y se le nota físicamente un punto por debajo de sus compañeros y fruto de ello fue su primera acción en la que vio la tarjeta amarilla. Y Andrés no acaba de sentirse cómodo jugando tan pegado a la banda y donde tiene peligro es mucho más cerca del área rival.
Un minuto más tarde, el Rayo Vallecano iba a mostrar su habitual versión blandita en defensa, permitiendo que Higinio libre de marca rematara de cabeza a placer un balón que Nacho había puesto prácticamente desde el centro del campo. Velázquez y Catena se miraban como lo hacen dos críos cuando cometen alguna trastada y les riñe la madre.
Se volvía a abrir un partido que, a priori, con el 2-0 no debería haber peligrado salvo sorpresa mayúscula. No le duró demasiado la alegría al conjunto soriano, ya que apenas 10 minutos más tarde, el colegiado iba a señalar penalti un derribo en el área de Juan Villar. Penalti bastante absurdo e innecesario, de los que en el fútbol pre VAR no se señalaban y ahora son motivo de irnos a los 11 metros.
Si el penalti en sí ya era bastante castigo, el Numancia vio como su goleador, Higinio, era expulsado con tarjeta roja directa por protestar la acción del penalti. Iba a ser Juan Villar el que tomaba la responsabilidad de lanzar la pena máxima y con un disparo a media altura y a un lado, ponía el 3-1 en el marcador para el Rayo Vallecano.
De nuevo una ventaja de dos goles y ante un rival con 10 jugadores, deberían ser motivos más que suficientes para tener unos últimos 25 minutos de partido bastante plácidos. Esto es así para el 90% de los equipos profesionales, salvo para el Rayo Vallecano, experto en complicarse la vida y dar una emoción añadida a un partido que tendría que estar prácticamente finiquitado.
En el minuto 72 de encuentro, Iván Calero retó a Saúl a «echar una carrera» por su banda y el lateral franjirrojo salió malparado, tal y como parece ser habitual en ese costado defensivo. Tras superar al defensor rayista, el lateral numantino centró al corazón del área donde Curro había montado la tienda de campaña y esperaba, sin que nadie le encimara, un balón en bandeja como el que le iba a llegar, para ponerlo lejos del alcance Dimitrievski.
Volvía a sobrevolar el espíritu del Pagafantas, como le gusta decir a mi compañero Jesús Villaverde. Llegaba una pausa de hidratación en la que Paco Jémez, hubiese metido a alguno una buena ducha fría para que espabilara ante todo lo que había en juego.
En los últimos 15 minutos de partido el Rayo trató de dormir el juego, controlando el balón y buscando que el Numancia, que no tenía claro como afrontar ese plan B en el que el encuentro demanda atacar, pero has perdido a tu goleador, no pusiera en apuros el marco rayista. Así fue y los últimos minutos solo trajeron brusquedades, piques y tarjetas amarillas para unos y para otros.
Han tenido que pasar 39 partidos, una huelga de animación, una pandemia y un ERTE para ver al Rayo Vallecano entre los seis primeros clasificados de la Liga Smart Bank. Lo que tenía que ser el objetivo mínimo exigible a este equipo a principio de temporada, se ha convertido en casi un premio totalmente inesperado para un amplio sector del rayismo.
Almería (fuera), Las Palmas (en casa) y Racing (fuera) marcarán el camino hacia un playoff que parecía imposible y ahora se roza con la yema de los dedos.