El Corazón del Rayo o un cuento de Navidad

24/12/2015
El Corazón del Rayo o un cuento de Navidad

Por el Comedor Familiar «El Pozo» pasan cada día cientos de vallecanos a la hora de la comida: unos por necesidad, otros por solidaridad. La esencia de este relato es el secreto mejor guardado del Rayo Vallecano

En el comedor sirven ciento noventa y cinco comidas al día. No hay turnos, los platos se sirven por riguroso orden de llegada en un salón que pretende ser el lugar de encuentro donde padres e hijos compartan un rato de charla como cualquier otra familia española que no haya sido asolada por la crisis. Los usuarios del centro -nos explica Laura, la responsable del mismo- van desde familias de toda la vida del barrio hasta empresarios que un día se dieron cuenta de que no podían dar de comer a sus hijos.

Nada es hostil en ese salón comedor, mesas impolutas, un menú semanal diseñado por dietistas para que las personas que se den cita allí lleven una alimentación equilibrada. La caridad no está reñida con cuidar hasta el último detalle; desde la cocina llegaban olores mezclados, tocaba coles de Bruselas, pavo asado y, de postre, plátano. También puré de calabaza para aquellos a los que les cuesta masticar, o no pueden hacerlo.

Desde el corazón del Pozo, el comedor de Mensajeros de la Paz reparte comida a otros cinco centros en Madrid. Vali y Sandra cocinan desde las siete de la mañana para dar de comer a casi 500 personas que no disponen de recursos para hacerlo. Según ellas, es un trabajo duro pero reconforta saber su destino. Tampoco se olvidan de los bocadillos, caldo y café que se reparten a diario al caer la tarde entre las personas sin hogar en la madrileñísima Iglesia de San Antón de la calle Fuencarral. Al Padre Ángel no se le agotan las ideas para hacer de políticos de la vecina Asamblea de Madrid voluntarios que sirvan comida caliente y frieguen los platos de sus vecinos más humildes. Logra que aspiren la realidad más cruda, la que padecen personas que necesitan de decisiones honradas, justas y certeras. Pero hay otros muchos voluntarios, parados de larga duración que necesitan sentirse útiles, trabajadores que también quieren aportar su tiempo para sentirse mejores personas.

En la cocina del Comedor del Pozo

Laura, preocupada por el cierto desorden que había debido a unas mejoras en la instalación eléctrica, nos fue contando, paso a paso, la vida del centro. La palabra familia surgía cada cinco minutos, el cuidado y seguimiento de las que visitan el comedor es diaria, no solo se da de comer, también se consigue, a través del Banco de Alimentos, que cenen y que puedan disfrutar el fin de semana sin «tener» que acudir allí.

El almacén en estas fechas está lleno, la Navidad regala el compromiso de todos, hasta el que ponen los que han hecho este reportaje. Llegará enero y Mensajeros de la Paz comprará todo lo necesario para que los vecinos más desprotegidos del Pozo puedan comer como cualquiera de nosotros.

Si a través de estas líneas conseguimos arrancaros unos euros de solidaridad, Sandra no nos perdonaría que no escribiéramos que se necesitan pañales y productos de higiene corporal. Desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde el Comedor del Pozo, en la antigua residencia de ancianos del barrio, tendrá sus puertas abiertas para los que dan y reciben.

Pasaban los minutos recorriendo los pasillos, hablando con las cocineras, con los voluntarios, viendo cómo se recogían las cestitas navideñas que también tendrán estas familias y en mi cabeza iba surgiendo un cuento de Navidad. Realidad o ficción, tal vez un sueño. Será vuestra elección.

Ropero del Comedor de "El Pozo"

 

Érase que se era…

No tiene explicación lógica, pero en uno de los barrios más humildes de la ciudad existe un equipo de fútbol de la mejor liga del continente. Un milagro que contraviene las leyes naturales del deporte. En él juegan futbolistas que se han ganado un hueco en los álbumes de todos los niños de país. Cada día son más conocidos y cuando juegan contra los grandes equipos del país ocupan muchos minutos de televisión. Son una especie de estrellas en los medios de comunicación hasta cuando pierden por 10 goles a 2.

En su barrio son ídolos para miles de personas y, a muchos de ellos, esa banda roja que cruza la camiseta de su equipo les cruza el corazón. Ahora está la cosa revueltilla. Bueno, siempre está revueltilla, supongo que es algo innato al club. Sus aficionados quieren tanto a su equipo que les ha dado por competir para ver quién es el que más lo lleva en la sangre.

El más mediático de todos es el entrenador del equipo: Don Francisco. Ha conseguido que su equipo no descienda ni jugando al ataque. Un loco para unos, un romántico para otros, opiniones para todos los gustos dependiendo de donde les ponga el fútbol valiente y casi sin defensas que tiene en su cabeza.

Me gusta hablar con la gente del barrio, en la calle, en los bares, los vecinos de este lugar te dan siempre alguna lección o te regalan una historia. La última que comparto con vosotros es que hace meses a Don Francisco, el entrenador mediático de su equipo, se le ocurrió la idea de que sus jugadores vivieran la realidad de algunos de sus vecinos, sin cámaras ni micrófonos, sin publicidad. Es el secreto mejor guardado del equipo, más incluso que el de los fichajes.

Cocina del Comedor de "El Pozo"

El míster conoció un comedor para familias sin recursos en las entrañas más humildes del barrio obrero en el que su club es santo y seña. Quiso que el dinero de las multas que recaudan por llegar tarde a los entrenamientos sirviera para dar muchas comidas a las personas necesitadas. Convenció también a un supermercado, creo que se llama Leclerc, para que se unieran a su iniciativa y se lanzaron a la maravillosa aventura de descender al barro. Me cuentan las cocineras del centro que están deseando que vuelvan, que los chicos son muy majos y que sirven muy bien los platos. Y los lavan. Que son muy ordenados y que Don Francisco utilizó el 1-3-4-3 para organizar a sus voluntarios. El susto lo protagonizó «el Toño», que se cortó preparando los bocadillos que también sirvieron en una iglesia del centro de la ciudad en la que hay muchos indigentes, la iglesia en la que bendicen a los animales el día de San Antón.

Como toda historia de fútbol, tiene que haber declaraciones de sus protagonistas. En esta ocasión lo tenemos complicado porque, tratándose del secreto mejor guardado del equipo, todos prefieren guardar el anonimato. Es tan bonita la historia que lo vamos a respetar.

Lo primero es confirmar que el acto que inspira este cuento de Navidad nace de la cabezonería –bendita cabezonería– de Don Francisco para mantener, aún más, los pies de sus pupilos en el suelo. «Te hace ser consciente de que esa realidad existe en el barrio», asegura uno de ellos. «Es algo muy gratificante, un detalle que podemos tener para hacer la vida más fácil a gente que no tiene el mismo privilegio del que disfrutamos nosotros», afirma otro. Bendita cabezonería. Ayudar, en cualquier magnitud, siempre es reconfortante, «sobre todo si nace de uno mismo», recalca uno más. Solidaridad en estado puro, sin papeles de por medio. Bendita cabezonería.

Comedor de "El Pozo"

Pasaban los minutos recorriendo los pasillos, hablando con las cocineras del Comedor del Pozo, con los voluntarios, viendo como se recogían las cestitas navideñas que también tendrán estas familias y en mi cabeza iba surgiendo un cuento de Navidad. Realidad o ficción, tal vez un sueño. Será vuestra elección.

 

Un reportaje de Alberto Leva, Irene Yustres y José Luis Poblador