El Rayo cae ante el Atleti (2-0) en un partido flojo en el que los de Iraola echaron mucho de menos a sus pilares ausentes por el Covid.
Hay partidos que no tienen ninguna historia. El Atleti-Rayo de esta semana es uno de ellos. No tuvo miga desde que empezó la semana con el contagio masivo franjirrojo ni la tuvo sobre el césped. Si el Rayo no salió goleado ayer del Wanda fue, nada más, porque se enfrentaba a un equipo y un entrenador con alergia a atacar.
El partido como tal no existió en ningún momento, fue un cigarro a punto de apagarse de inicio a fin. Iraola dispuso el once de circunstancias que le permitía el contexto. Un doble lateral izquierdo formado por Kevin Rodrigues y Fran García fue la novedad más destacable en un equipo plagado de no habituales.
El tedio gobernó la primera media hora, con un duelo sin apenas ritmo en el que los dos equipos se tanteaban sin atacarse. Infumable. Solo los errores defensivos rayistas ponían picante a una contienda claramente descafeinada. Dos errores groseros de Luca Zidane y Saveljich pusieron sobre la palestra que Luis Suárez ya es una miniatura del delantero que fue. Aunque parezca mentira, el uruguayo ha perdido totalmente la mordiente. Precisamente de un desajuste defensivo llegó el primer tanto del Atlético. Una buena jugada de Carrasco pilló fuera de sitio a la retaguardia franjirroja y, más en concreto, a un Santi Comesaña que interpretó mal la jugada en decenas de ocasiones en apenas unos segundos. Correa se encontró con un balón muerto en el área y fusiló a Luca, que no pudo hacer nada ante el fusilamiento. En la siguiente jugada de peligro rojiblanca sí hizo, en cambio, una gran parada para repeler el disparo de Renan Lodi.
La segunda mitad comenzó con un arreón del Atlético, que encontró el segundo gol en los pies de Correa, tras otro desajuste de Saveljich, que rompió un clarísimo fuera de juego, y de Comesaña, que abandonó la marca del jugador argentino, que remató solo. En la siguiente jugada, Lemar buscó ampliar distancias, pero su intento de vaselina salió ligeramente desviado. Poco más tarde, Carrasco estrelló un disparo en la cepa del palo. El segundo tiempo en el Wanda fue una constatación de que las ausencias de figuras como Trejo, Dimitrievski, Álvaro García o Catena son irremplazables en este Rayo.
El partido estaba muerto desde hacía días, a pesar de las ganas y el coraje de Trejo para insuflarle vida a los suyos. Admirable el Chocota, como siempre, aunque fue un espejismo. Al partido solo le quedaron un par de intentonas rojiblancas por parte de Rodrigo De Paul, Correa y Kondogbia, una entrada temeraria con los dos pies por delante del propio De Paul que hecha por cualquier otro equipo probablemente hubiese sido tarjeta roja y un hálito para la efeméride. Iraola regaló a Radamel Falcao la ovación de su antigua hinchada y a Álvaro Aguirre, su debut en Primera División.
Poco más dio de sí un partido que nunca tuvo historia. Un encuentro en el que el Rayo confirmó aquello de que la ausencia no es más que presencia reconcentrada. Porque las sombras que se veían por el césped del Wanda acompañando a los presentes no eran otra cosa que los “y si…” de los que no pudieron comparecer. En definitiva, un partido sobrio, por momentos insulso. La crónica de una derrota anunciada. Un mercado, a media mañana, con todo el pescado vendido.
Texto de Jesús Villaverde. Imagen: Twitter oficial Rayo Vallecano.