Jon Pérez Bolo se convirtió en uno de los jugadores más importantes de la historia del Rayo Vallecano, donde jugó seis temporadas durante la mejor época de los franjirrojos. Esta semana vuelve como entrenador de la Ponferradina. Recordamos al 21.
Uno puede ponerse en el lugar de Jon Pérez Bolo, cuando salga por el túnel de vestuarios visitante, el próximo sábado, e imaginar el millón de emociones que se le pasarían por el cuerpo. El estadio en el que tantas tardes de gol regalaron sus botas. El de los ascensos, el de sus mejores años como futbolista. El césped en el que el mítico delantero bilbaíno anotó el gol 400 de la historia del Rayo y lo celebró sacándose la elástica de River Plate, con la que conmemoró la creación de la Peña Rayista Riverplatense de Argentina.
Bolo aterriza en Vallekas, procedente de Bilbao, en enero de 1999. En ese momento, el equipo parece encaminado a un nuevo ascenso a Primera. Sin embargo, la mala racha final obliga a los vallecanos a disputar la promoción contra el Extremadura. El ariete vizcaíno consigue certificar el regreso de Vallecas a Primera marcando el 2-0 en el partido de vuelta y aupando al barrio a su noveno año en la máxima categoría. Jon Pérez Bolo empieza a forjarse su propia historia franjirroja.
En el año del regreso a Primera, el Rayo Vallecano alcanza por primera vez en su historia el liderato de la máxima categoría. Las cuatro victorias consecutivas frente a Atlético de Madrid, Mallorca, Real Sociedad y Celta de Vigo elevan al club con el penúltimo presupuesto de la categoría se impone a grandes trasatlánticos como Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid en la clasificación. Varios medios europeos se hacen eco de la noticia y publican reportajes sobre la hazaña vallecana, que volverá a repetirse en las jornadas 8, 10 y 11. Bolo contribuye a la hazaña con los goles de la victoria por 0-1 frente a Celta y Alavés. Finalmente, el atacante vasco terminaría la temporada con 32 partidos disputados, 28 como titular y siendo el segundo máximo anotador franjirrojo con 10 dianas, solo por detrás de Canabal, que marcaría una vez más. Por su parte, el Rayo acabaría en novena posición, con 52 puntos.
La siguiente temporada, la primera del siglo XXI, será recordada siempre como aquella en la que el Rayo paseó el nombre de Vallecas por toda Europa. La UEFA sortea tres plazas para su segunda competición entre los ganadores al trofeo del Fair Play. Al Rayo le cae el gordo y obtiene una participación en el campeonato. Y lo que parecía que iba a ser un corto periplo, más anecdótico que otra cosa, se convierte en un nuevo hito para el club de Vallekas. En el primer partido, contra el Constel·lació de Andorra, el Rayo Vallecano gana por 0-10 y se convierte en el equipo que ostenta la victoria más abultada de la historia en competiciones europeas. A día de hoy, nadie ha conseguido superarlo. En aquel encuentro, Bolo marcó dos goles, el cuarto y el sexto.
La temporada 2000/01 fue la más brillante en la historia del club. A partir de la eliminatoria contra el Constel·lació, el equipo dirigido por Juande Ramos, el mejor entrenador que jamás ha dirigido a la franja, mantuvo un precioso idilio con el viejo continente. En el camino hasta los cuartos de final, en los que el Alavés, a posteriori finalista, eliminó a los franjirrojos, se quedaron el Molde noruego, el Viborg danés, el Lokomotiv de Moscú y el Girondins de Burdeos, que entonces dominaba la liga francesa, al que se eliminó con un inigualable 4-1 en la ida y un sorprendente 1-2 en el segundo partido. Jon Andoni Pérez Bolo terminó aquella Copa de la UEFA como máximo goleador del campeonato, con siete dianas, junto al delantero búlgaro Dimitar Berbatov, entonces militando en el Bayer Leverkusen.
De aquella temporada, además, quedó en la memoria la única victoria del Rayo Vallecano en el Camp Nou. Un 0-2 en el que Bolo fue el absoluto protagonista, marcando los dos goles que subieron al marcador, uno en la primera parte y otro en la segunda mitad. Bolo no pidió permiso para asaltar el estadio de uno de los clubes más poderosos del planeta.
El bilbaíno permanecería en el Rayo hasta el año 2004, en que pondría rumbo al Nàstic de Tarragona, con el que también lograría ascender a Primera División. No hay duda de que dejó huella en Vallekas, donde jugó 221 partidos, marcó una cifra total de 55 goles y se situó como máximo goleador histórico del equipo en Primera con 25 goles, récord que mantuvo hasta 2015, cuando Alberto Bueno se lo arrebató en un partido contra el Granada.
No hay duda de que Bolo es uno de los grandes nombres de la historia rayista. Un héroe que volverá a casa (siempre ha dicho que pese a comenzar en Lezama y salir de su cantera, donde se sintió en casa fue en Vallekas, su etapa más larga como jugador) a los mandos de la Sociedad Deportiva Ponferradina. Numerosas ocasiones ha vuelto como aficionado y ha mostrado su apoyo al Rayo vía redes sociales. Esta vez, el mítico delantero buscará la victoria frente a su pasado y su equipo desde el banquillo visitante. Pase lo que pase, Vallekas siempre reconocerá a los suyos. Y Bolo es, sin duda, uno de los nuestros. Bienvenido a casa, Jon.