El rayismo se transmite de generación en generación a lo largo de los 100 años de la historia de la Franja
Desde pequeño y debido a que me quedé huérfano muy pronto admiraba aquel abono naranja del Rayo Vallecano de mi padre del año 1977, era uno de esos recuerdos que te dejan y no sabes porqué al verlo te reconforta por dentro y por fuera.
Por perder a mi padre e imagino que para que el niño no le diese vueltas, de vez en cuando mi tío Luis venía desde Leganés a llevar al crío al fútbol y como el Rayo sería barato, pues allí que nos íbamos, de éstas recuerdo un partido embarrado con el Sestao, y ese mismo partido fue el que me hizo definir mi rayismo.
Poco a poco y dando la turra a mi madre conseguí abonarme al Rayo en octubre del 1989, en aquellos carnets con cupones mensuales que te recortaban en la entrada. Aún recuerdo el número, el 19682 y la foto con mi tupé ochentero.
Debido a que mi madre no podía acompañarme, convenció a dos padres del cole a que nos llevasen al fútbol (Maxi y José María) y alli que nos plantábamos en una grada todavía sin asientos en las matinales de las 12 entre botas de vino, bocatas y puros. Gracias por aguantarnos y hacernos sentir que este estadio era nuestro lugar en el mundo.
Más tarde y aprovechando que el Rayo se había clasificado para la UEFA a la señora Pepa no se le ocurrió otra que encasquetarme a la pequeñaja y desde ese lejano año 2000 este que escribe tuvo que aguantar a una mocosa de 5 años dando por culo y sin dejarle prestar atención a los partidos. Esta mocosa ya ha crecido y a sus 29 tacos compartimos previas, penas y alegrías, y uno que no ha tenido hijos se siente orgulloso de haber inoculado esta pasión a la siguiente generación.
Escribo estas líneas para homenajear a parte de los rayistas que nos han dejado en parte para que no se les olvidé, va por vosotros Orencio Gómez y Maximino Sánchez. Para aquellos rayistas del Frente Karka: Rubén, Mario, Julio, Luismi, Alberto, Alex y otros que llevan 35 años conmigo Óscar, Nico, Yoli y las futuras generaciones Claudia, Mario, Alex.,…
Texto: Javier Gómez Moreno