Después del fiasco en el Pizjuán, los jugadores franjirrojos tratarán de dejar a su afición con buen sabor de boca.
Existen diversos mundos cuya relación puede parecer, a priori, inexistente. Sin embargo, el símil es, por fortuna, más caprichoso que las aspiraciones de permanencia del Rayo. Así, por forzados que puedan resultar, pueden verse vínculos entre lo futbolístico y lo culinario.
Los vallecanos han firmado un año de cuyos resultados – actitudes, sensaciones, esperanzas – no quiero acordarme. Podría decirse que, si el fútbol fuera como la cocina, el plato estrella se ha quemado. Sin embargo, incluso para el sabor más amargo de una calcinada patata frita, no hay nada que una buena salsa no pueda, al menos, mejorar.
El club franjirrojo, colista y con dos pies y medio en Segunda División, afronta esta noche una oportunidad de oro para bañar su temporada en un cremoso condimento de mostaza y miel. El Real Madrid, no más cómodo que los locales, visita Vallecas.
Tras la destitución de dos entrenadores, el hijo pródigo del madridismo, Zinedine Zidane, volverá a sentarse – ya con el título de entrenador – en el banquillo del Estadio de Vallecas. Con las aspiraciones en un pozo y la vista puesta en el desembolso veraniego, los blancos saltarán al césped en una situación que bien podría definirse como pretemporada.
Los de Paco Jémez, por su parte, abordarán su decimoséptima última oportunidad para salir del descenso, aunque esta vez, por fin, parece la definitiva. De conseguir la gesta de matar al gigante, el Rayo Vallecano recortaría la distancia de la salvación hasta los cuatro puntos, manteniendo pendientes tres duelos directos frente a Levante, Valladolid y Celta de Vigo, respectivamente.
La nómina de bajas en ambos equipos, además, es algo extensa. Los locales, en primer lugar, deberán obrar el milagro sin Gorka Elustondo y, quizá la más relevante, el máximo goleador – de largo – de la plantilla, Raúl de Tomás. El Real Madrid, a su vez, seguirá con su particular pretemporada sin Odriozola, Sergio Ramos y Karim Benzema.
En suma, la incombustible Vallecas volverá a ocupar su lugar para ver su escudo pasear por el campo. Esperemos que, al menos esta vez, se pueda crear una salsa que suavice el amargor de un aciago descenso.