Perder. Con cuatro jornadas transcurridas, dos puntos en el casillero (cuando leáis esta columna podrían ser cinco, tres o seguir siendo un par), seis goles a favor y nueve en contra, sólo se me viene a la cabeza escribir sobre perder. “Se aprende más de una derrota que de cien victorias”, leo en un proverbio chino. Y nosotros estamos curtidos en derrotas; ¡y tanto que lo estamos! Mucho se había hablado de si estábamos ante la mejor plantilla de la historia reciente de la franja, algunos aventurados –sospecho que habiendo sufrido no demasiado a la franja a lo largo de sus vidas, u olvidando momentáneamente quiénes somos y de dónde venimos– ya se las prometían felices vaticinando si el equipo acabaría el año en puestos de UEFA o no. “Peleamos por el tercer puesto”, decía Manucho en su presentación. Pero, amigos, es una forma de hablar.
Lo cierto es que, tras escuchar otras cienes y cienes de veces –igual que el año anterior– aquello de las buenas sensaciones, la única certeza es que hay dos puntos en el casillero y las mismas dudas que se generaron el año pasado a principios de temporada. Eso y que entre todos hay que echar el barco a navegar. Como siempre, vaya. Nada de UEFAS ni demás cántaros vacíos. Es lo que hay, es lo que siempre hubo. Porque aquí siempre hubo que pelear hasta el último aliento. Es esa seña de identidad que nos hace no fiarnos ni siquiera cuando faltan tres puntos y diez jornadas para la salvación, y acabar salvándonos en el último segundo del descuento del último partido de liga. Porque sí: “esto es Vallekas, y aquí hay que mamar”, pero también hay que sufrir. Mucho. Siempre.
Así es el Rayo y quien se empeñe en verse en otra situación –vuelvo a repetir– es que seguramente no haya querido entender nada a lo largo de todo este tiempo. Aquí no valen nombres, sólo vale salir a dejarse la franja en el verde. Sin actitud, las mejores plantillas acaban abocadas al fracaso más absoluto. Imaginad aquellas que no son, precisamente, los tops de la competición. Porque el rojo de nuestra franja a veces podría ser de la sangre que sudamos para sacar las cosas adelante, por cursi o sobrepoético que suene el asunto.
Hace no demasiado tiempo alguien me dijo: “perder y tú vais de la mano”. Y creo que es uno de los motivos por los que amo tanto a la franja. Porque me ha enseñado esa condición, esa necesidad de luchar a muerte para conseguir el más pequeño avance; esa capacidad de valorar cada pequeña victoria como si fuese la más grande. Y porque, además, me ha hecho enamorarme en cada victoria de la franja, pero también, y casi aun más, en cada una de las derrotas. Por eso no hay que rendirse nunca, pelear y comprender que sacar la situación y voltear las dificultades nos cuesta un poco más que al resto. Y también por ese motivo, ese rasgo, no creo que existiese un barrio o feudo mejor para nuestro equipo que Vallecas.
Cuando eres de un equipo pequeño, rindes homenaje a cada victoria como si fuese la última. Al fin y al cabo, no sabes cuándo vas a poder saborear la siguiente. Y esa incertidumbre es la que mantiene a un barrio alerta, vivo. Existe una frase que dice: “enamorado de la franja, aunque a veces duela”. Así es el amor, amigos. Pero aunque duele, y a veces bastante, cuando nos dan la aspirina nos volvemos locos. Así que, Rayo, danos ya la cura, empieza a hacernos disfrutar como sólo tú sabes. Pero, tranquilo si no sale todavía, los de siempre, aquí estaremos para arrimar el hombro.
Nota tras el partido frente al Athletic:
La aspirina llegó en forma de “vida pirata” tras concluir el partido. Y fue la descarga de adrenalina que necesitaba tanto el equipo como la afición. Espero que sea gasolina para comenzar a ganar más partido. Pero si volvemos a encadenar derrotas otra vez, no olvidemos que es “lo normal” y que el objetivo sigue siendo un año más en primera.
Jesús Villaverde Sánchez
Fotografía: Vavel.com