Un Rayo de guerrilla

Un Rayo de guerrilla

Triunfo por la mínima del Rayo Vallecano ante el Almería en un partido que debió ganar el conjunto rayista con mayor holgura.

Jugar con Trejo en Segunda División debería estar prohibido. Pero por suerte aún no lo está y el argentino ha decidido desplegar su fútbol en Vallekas y dejar atrás aquel famoso dicho de Comala. Ha vuelto a casa y se le ve feliz. Frente al Almería, de nuevo, se erigió como el estandarte de un equipo que empieza a carburar y a tomar imagen de guerrillero con las ideas claras. Por algo es el mejor jugador de la categoría con muchos enteros de diferencia con el resto.

Salió Míchel al pasto con un once sin apenas cambios. Solo Akieme (un gusto verle por fin con el primer equipo) dio relevo al incombustible Álex Moreno, que parece descansó para el partido del domingo. El lateral izquierdo de la cantera fue de menos a más hasta culminar una gran segunda parte en la que se le vio mucho más descarado. Por lo demás, mismos protagonistas del 4-1 frente al Valladolid solo cuatro días antes.

Comenzaba el Rayo con la intención de atacar el arco de los andaluces cuanto antes. Solo dos grandes intervenciones de René impidieron que el electrónico se moviese en favor de los locales. La primera, una culminación a bocajarro de Raúl de Tomás, que volvió a estar fresco en el desmarque e inteligentísimo a la hora de pivotar. La segunda fue más espectacular, tras desbaratar una jugada personal de Embarba que se colaba pegadita al palo. En la tercera jugada de peligro claro de los franjirrojos, el guardameta de los almerienses solo pudo ver como Trejo enviaba alto un balón franco después de una jugada de tiralíneas (la mejor de la temporada, probablemente) de la escuadra de Míchel.

No obstante, pese a las diversas ocasiones del equipo vallecano, el Almería ni mucho menos doblegado. El conjunto dirigido por Ramis hacía circular la pelota en la medular con facilidad. Constantemente, algún centrocampista del cuadro ayer azulón, la mayoría de veces Mandi, pivotaba entre líneas para abrir la barrera defensiva rayista y distribuir el juego a las bandas. Así consiguió fases de dominio alterno en las que pareció llevar algo más de intriga a campo rival. Un disparo lejano de Caballero fue lo más destacado del cuadro andaluz en la primera mitad. La franja, por su parte, hacía gala de paciencia y buenas maneras defensivas. Funcionaba bien la línea de retaguardia, con Baiano, Velázquez, Dorado y Akieme sin apenas errores e iniciando las transiciones tras el robo. Por fin el equipo de la barriada ha aprendido a controlar los partidos sin necesidad de abusar de la posesión y permitiendo tramos del partido en el que sea el rival quien lleve la iniciativa. Ayer lo contrarrestó con salidas rápidas y basculaciones de lado a lado con pocos toques. De esa forma llegó la jugada clave de la primera mitad, la expulsión de Morcillo al borde del descanso. Un balón largo de Dorado alcanzó la espalda de la defensa adelantada del Almería y allí apareció, quién si no, Trejo para ganar la posición y obligar al ex central de la franja a derribarlo cuando era el último hombre.

El Rayo acababa de culminar la mejor primera parte de la temporada y saldría tras el descanso con un efectivo más que su rival. Todo indicaba placidez. Mucho más cuando a la salida de un córner Comesaña consiguió conectar un cabezazo para aprovechar una mala salida de René e introducir el balón en la portería de Bukaneros. Era solo el minuto 7 y el partido ya le guiñaba el ojo a los de Míchel, que controlaban bien los tempos y el ritmo de circulación con el trivote formado por Unai López, de menos a más, Fran Beltrán, incombustible en la recuperación y excelso en el control de la posición y la sujeción del mediocampo rayista, y Santi Comesaña, el silencio de la corchea, esa nota que indica una pausa cuando la partitura del partido indica presto. Consciente de la superioridad del Rayo, el equipo de Ramis trataba de anular al rival a base de sacarlo del partido con marrullerías y un interminable carrusel de faltas. Más de veinticinco infracciones cometieron los rojiblancos, que a base de ese otro fútbol consiguieron minimizar el potencial ofensivo del Rayo, que solo volvió a desperezarse y tener una ocasión clara mediante un disparo lejano de Baiano que obligó a René a completar su gran partido. Los franjirrojos jugaron mucho mejor contra once que contra diez, primero, y contra nueve, después, tras ganarse a pulso Pozo la expulsión por una fea plancha sobre Embarba. Precisamente el mediapunta había sido el único que había llamado a la puerta por parte de los visitantes, pero Alberto solventó la acometida con solidez. La misma que desplegó el Chori Domínguez en su media hora. Da la impresión de que el argentino sabe perfectamente cuál es su papel en este Rayo y viene a disfrutarlo y a disfrutarse. Todo un lujo. Anoche volvió a dar un recital de pinceladas, visión de juego y garra en los minutos que le concedió Míchel. Incluso tuvo un detalle de capitán cuando se acercó a dar indicaciones y animar a Fran Beltrán tras un fallo en la entrega en zona peligrosa. Chapeau.

A lo lejos vuelven a oírse vientos de guerrilla en Vallecas. Algunos rememoran la verticalidad de aquel Rayo en el que Trejo también era la estrella. Aquel Rayo en el que “el otro argentino” era un pelotero como Armenteros. Hoy es el Chori Domínguez. Otro lujo. Y se intuye que, si de verdad se conjuntan como parece que debiera, estaremos ante su Rayo. Otra vez un Rayo “argentino”. Un Rayo de guerrilla. El Rayo de los comandantes.

Texto: Jesús Villaverde Sánchez

Imagen: Iván Díaz