Animales fantásticos y dónde encontrarlos

01/11/2020
Animales fantásticos y dónde encontrarlos

El Lugo de Nafti se impone al Rayo (1-0) en un partido flojo en el que los de Iraola volvieron a mostrar su peor cara.

Una victoria a domicilio, el fútbol como juego para divertir, la portería a cero cuando juega de visitante, los planteamientos atrevidos, la solidez defensiva del Rayo de Iraola… Animales fantásticos. Todos ello son una rarísima avis en este Rayo de la 20/21 que solo parece ganar en casa y más por empuje que por fútbol. 

Podríamos tirar de metáfora facilona y aludir al cuento del doctor Jekyll, Mr. Hyde y los dos rostros del equipo vallecano. Pero hasta eso sería mentir: el Rayo muestra exactamente la misma cara cuando juega en Vallecas y cuando lo hace fuera de su feudo. La diferencia es que, en Payaso Fofó, ha conseguido imponerse en ciertas acciones aisladas y no encajar goles en oportunidades claras como el penalti fallado, este jueves, por el Fuenlabrada.

En Lugo no fue muy distinto. El conjunto local se adelantó en su primera llegada merced a la impresionante solidez defensiva que tanto se ha loado desde la llegada de Andoni Iraola. Otro animal fantástico si tenemos en cuenta que, prácticamente, el ratio de goles encajados y jugadas de peligro del rival debe andar entre la franja del 80-100%. Una ocasión, que casi ni siquiera lo era, un gol. Juanpe remató solo hasta dos veces un balón bombeado al área, sin mirar, por Cristian Herrera.

Hasta que agonizaba la primera mitad, el Rayo no se asomó con peligro real a los dominios de Cantero, que solo había intervenido para embolsar un tiro blandito de Fran García. Fue Advíncula el que puso a prueba al meta de los gallegos con un zurdazo inapelable que Ander tuvo que repeler con fuerza cerca del palo. En la otra orilla, Carrillo elevó demasiado un intento de tiro lejano.

La primera parte concluyó, como de costumbre, sin apenas fútbol y con la sensación de que, pese a que salía poco de la cueva, cuando se animaba, el Lugo daba sensación de peligro. Algo que jamás consiguió el Rayo en el Anxo Carro.

Diez minutos habían pasado sobre la reanudación cuando los de Iraola intentaron hacer algún desaguisado en la defensa bien plantada de Nafti. El tiro, potentísimo, de un desaparecido Isi -fue la única ocasión en la que se le vio crear- obligó a Cantero a una nueva estirada. No iba a permitir el cancerbero del conjunto lucense que el Rayo empatase, como demostraría posteriormente en el tramo de partido en el que los franjirrojos parecieron despertar y desear la victoria. Varios disparos lejanos, de Andrés Martín, primero, de Fran García, después, situaron al arquero del Lugo como el hombre más importante de la escuadra local. No por exceso de trabajo, sino por ser capaz de solventar los momentos cruciales cuando llegaron. Porque sería injusto catalogar el arreón del Rayo como un avasallamiento. Es más, desde el cabezazo que Catena mandó al palo no hubo más ocasiones para ningún equipo. Poco antes, el conjunto de Mehdi Nafti estuvo cerca de doblar su ventaja en el marcador en una jugada en la que varios cabezazos sobre el alambre del fuera de juego dejaron al último guerrero lucense a las puertas del fuerte enemigo. Por suerte, Dimitrievski desbarató la acción táctica.

Ni siquiera la entrada de hombres de perfil atacante, como Trejo, Bebé, Joni o Qasmi, sirvieron ya no para que el Rayo marcase, sino para que mostrase algo de pólvora arriba. Si acaso mojada, empapada, neutralizada. Incapaz de hacer daño, inútil para el gol. Otro animal fantástico en paradero desconocido cuando el Rayo se pone “en ruta”.