Cristian Álvarez habla largo y tendido con MATAGIGANTES sobre sus gustos e inquietudes.
Mucho se había hablado y escrito sobre el famoso portero argentino del Rayo, ese al que le gusta leer, que viste raro y va en metro a entrenar. Desde principio de temporada, sentí la necesidad de hablar con él, pero su vuelta a la titularidad le hizo ser uno de los favoritos por los compañeros de la prensa; y me limité a charlar con su novia y jugar con su perro en la puerta de la Ciudad Deportiva. Ahora, aprovechando el descanso que los medios le han dado con su lesión (de la que ya mejora) Cristian Darío Álvarez (Rosario, Argentina, 13 de noviembre de 1985) me recibe con una sonrisa que seguramente le crea mi mirada curiosa. Rápidamente, olvidamos el rol de futbolista y periodista; y pasamos a ser dos seres humanos con inquietudes y hábitos muy parecidos. Al final, acabamos bromeando sobre por qué no nos hemos encontrado pateando los rincones de Malasaña e intercambiamos recomendaciones de lugares en los que tomar unas tapas. Este es Cristian, el hombre cuya vida podría guiar el famoso proverbio latino «nosce te ipsum», conócete a ti mismo.
PREGUNTA: En numerosas entrevistas tuyas que he leído, parece que te sorprende que se destaque que vas a entrenar en metro y que tienes un coche pequeño. Eso hace que nos preguntemos si en la liga argentina es común que los futbolistas hagan uso de transporte público para acudir a los entrenos.
CRISTIAN: No, no es común. La verdad es que intento hacer una vida normal. Entiendo que se le dé una dimensión grande, porque no es a lo que se está acostumbrado. Los jugadores están en un estatus social elevado, entonces, parece que todos tenemos que ir en deportivos o vivir en mansiones. Simplemente, busco mi comodidad.
P.: ¿Quién es el culpable de que se os ‘endiose’ tanto? La prensa, los aficionados, vosotros mismos…
C.: En los últimos 20 años, tal vez un poquito antes, el futbolista empezó a tomar una relevancia de súper estrella por la cantidad de dinero que se está moviendo en el fútbol últimamente. Te hablo de esas súper estrellas porque a un jugador medio no le permite llevar una vida de lujo. Es cierto que algunos se lo permiten y el índice de quiebra, de jugadores que quedan en bancarrota, es altísimo.
P.: Vamos, que el marketing y la publicidad se han metido demasiado en el mundo del fútbol.
C.: Sí, esto se volvió un circo muy grande. Hay mucho debate en los medios de comunicación y en las calles sobre los grandes jugadores; y eso va vendiendo. Es difícil frenarlo, pero es hacia donde va evolucionando el deporte.
P.: No he estado nunca en Argentina para ver cómo se vive el fútbol, pero sí he leído y visto vídeos. Da la impresión que en el Rayo somos tan pasionales como allí.
C.: Sí, acá es bastante pasional, lo que más me recuerda es el color en la tribuna. En Argentina se vive el fútbol con muchísima intensidad, se lleva a un extremo muy grande. Hasta tal punto que las aficiones se matan. Al año hay unas cuantas muertes y esa es la parte negativa. El argentino es muy extremista y con el fútbol igual.
P.: Ahora que has sacado el tema de la violencia, aquí está de plena actualidad. He oído a muchas personas decir que estamos exagerando y siempre se usa el fútbol argentino para comparar. ¿Realmente se exagera?
C.: No tiene que ver con lo que pasa allí, pero no me parece que se esté exagerando. Estos temas hay que cortarlos de raíz. Si tú no le das importancia a una muerte, aunque solo sea una, puede empezar la bola de nieve y no parar. Es violencia igual. Allí hay mucha más violencia que aquí, culturalmente también. El fútbol es un reflejo de la sociedad y allí te roban tu bicicleta, tus zapatillas… muere gente todos los días por violencia en las calles. Hay mucha desigualdad social, pobreza, y la desigualdad genera violencia. Eso se refleja también en el fútbol.
P.: Quiero remontarme a cuando empezaste a jugar. ¿Siempre quisiste ser portero? Los niños, normalmente, sueñan con marcar goles, no con evitarlos.
C.: En realidad, yo era delantero. Me gustaba jugar arriba, claro. Hasta los siete años jugué de centro delantero, pero no sé qué pasó que, básicamente, no quería jugar más. No me gustaba. Entonces, le dijeron a mi padre que era muy vago y no corría. Mi viejo propuso que me probaran en la portería. Me salía bien y terminé siendo portero. El resto, hasta hoy, que estoy aquí en el Rayo.
P.: Voy a tirar un poco de topicazos, me han chivado que no te gusta el mate.
C.: Me gusta, pero no tengo la costumbre de tomarlo. Yo suelo tomar mate por las mañanas con Emiliano (Insúa) que lo trae. Es un ritual muy lindo, también lo hago con mi familia, pero sí que no soy de estar con el termo bajo el brazo. Ni siquiera tengo mate en mi casa, por ejemplo. Pero sí, se podría decir que no acostumbro a tomar mate.
P.: ¿Y cómo te defiendes en la cocina? Mira que una buena carne preparada al estilo argentino y un postrecito a base de dulce de leche a mí me apetece…
C.: Me gusta cocinar y comer. Me gusta la comida mexicana mucho, hacer tacos, guacamole, hummus… en materia de asados, un pollo a la parrilla o al horno. Realmente, son cosas básicas, nunca me introduje demasiado.
P.: Pero te gusta la diversidad, por lo que veo.
C.: Sí, mucho, me encanta la comida japonesa, la hindú… voy probando cosas.
P: Viajas a través de los sabores, pero, ¿te gusta viajar físicamente?
C.: Muy buena tu observación y sí, me encanta viajar. Pero soy más de viajar por tierra. Me encanta viajar en camioneta, solo voy en avión si es para cruzar el charco.
P.: ¿Hay algún destino que tengas pendiente?
C.: Un montón, me gustaría hacerme Alaska – Rosario y cruzar toda América. Eso lo voy a hacer en algún momento, cuando tenga tiempo.
P.: Como en ‘Diarios de Motocicleta’; y además te gusta leer. Recomiéndame algún libro.
C.: Muchos, me encanta leer, pero ahora mismo cualquiera de John Fante.
P.: Te tenemos como un chico que aprovecha la oferta cultural de las ciudades en las que vive. Imagina que no soy de aquí y te digo que me recomiendes algo que hacer.
C.: Te diría que fuera a cualquiera de los teatros o salas de la zona en la que vivo (Tribunal), con música en directo. Para comer que probases a tapear por el centro, la verdad es que en Madrid te metes en un bar y comes bien, hay buena cerveza y tortilla. Me encanta tapear, estar tranquilo con una cerveza y una buena tapa me encanta.
P.: Hablando de música. Dicen que eres un tanguero con estética rockera, otro punto en el que te gusta la diversidad.
C.: Sí, pero lo de rockero es más por la imagen que proyecto. En mi adolescencia tenía un perfil rockero, pero no es la imagen que tienen acá de heavy con el pelo largo. Era un rockero de barrio, al que le gustaba el blues, los Rolling Stones, Pink Floyd, The Doors… teníamos una especie de grupo, era más de tribu urbana, nos parecíamos a Mick Jagger. Después me quedaron esos resquicios. Tengo tatuado a Morrison, la lengua de los Rolling… Ya de grande me fui despegando de todos los extremos y encontrando más mi esencia. No me identifico como rockero, ni como futbolista, intento ser mi yo más personal. Soy rockero, pero no lo soy. Soy un futbolista, pero tampoco lo soy. No sé que soy todavía. Creo que al final me encontraré.
P.: Pero creo que el ser humano no llega a conocerse del todo. Tú mismo lo has dicho, has pasado por etapas en tu vida; y te quedarán más. En ese aspecto, yo me siento identificada contigo.
C.: Sí, es posible que tengas razón. Lo budistas hablan de la iluminación, del punto de sabiduría suprema. No creo que se llegue a eso. En realidad, vamos cambiando con el tiempo. Tal vez, un día me siente y diga “entendí todo lo que quiero y lo que no”; y estar tranquilo, porque de esa manera tendré el control de mi vida. Creo que el control de mi vida todavía no lo tengo.
P.: Has hablado antes del budismo, ¿en qué cree Cristian Álvarez?
C.: Creo en las almas, en mí, en la filosofía, en los libros, en todas las religiones. Creo que hay un mensaje único que es la esencia, la verdad absoluta. Todos tienen el mensaje, pero lo interpretan de diferentes maneras. Como no soy radical e intento no serlo, voy a la esencia de las cosas. Quizás esté confundido y dentro de 15 años piense lo contrario, pero ahora pienso así.
P.: Con esas inquietudes, me pregunto si tienes estudios superiores.
C.: No, dejé el colegio con 15 años.
P.: Eres un autodidacta.
C.: Sí, bueno simplemente un persona que reflexiona sobre las cosas, con opiniones. Acertadas o no, son opiniones. Yo veo algo y me pregunto el porqué. A través de eso desarrollo mis propias ideas. Es solo curiosidad.
P: Estoy viendo la cantidad de tatuajes que tienes, ¿hay alguno que tenga un significado especial? ¿Y otro del que te arrepientas?
C.: Este de Jim Morrison, es un gran trabajo (me lo muestra). No me arrepiento de ninguno, son parte de mi vida. Éste es el primero, que es una vergüenza (un tribal en el hombro). Llevo esta frase en honor a un amigo que murió cuando teníamos 20 años: “Mientras, despidiendo un amigo, que tengas una buena vida, hermano. Voy a añorarte hasta morir”. Es de un grupo que escuchábamos juntos. (n. de MATAGIGANTES: Cristian se refiere a la letra de Mil canciones, de La 25, una banda de rock argentino). Luego tengo este, me encanta (un colorido símbolo hippie en el brazo) va pintada en las Volkswagen con el arcoíris, luego me enteré que era el símbolo gay.
P.: Bueno, pero lo puedes llevar con orgullo también. Es como manifestar el derecho a amar.
C.: Sí, claro, es parte de mí. Habla de mis contradicciones. Luego, acá (en la muñeca) llevo la bandera argentina y me cae mal. No sé, me la hice con 22 años, cuando llegué a España y he cambiado tanto… me parece que el patriotismo no existe. Es otra ilusión más, identificarse con algo para pertenecer a un grupo y no sentirse solo.
P.: Pero extrañarás algo de allí, es normal.
C.: Sí, sobre todo de mi infancia. Extraño los domingos con mi padre. Íbamos a pasar el día fuera de Rosario con su camioneta, se dedicaba a repartir pan. Recuerdo la carretera, ese efecto del sol que parece que hay agua y luego no la hay. De niño quería llegar a ese agua y nunca llegábamos, muchas cosas. Todo relacionado con mi familia.
P.: ¿Qué hubieras sido si no fueras futbolista?
C.: No lo sé. No puedo saberlo. Puedo decirte que tal vez psicólogo, tener una banda de rock y que las mujeres se volvieran locas por mí.
P.: ¿Cuál es tu mayor deseo?
C.: Te diría que ser feliz, pero eso no existe. Encontrar paz a nivel personal.
P.: ¿Crees que llega con la madurez?
C.: Sí, yo creo que sí, y conocerse a uno mismo, que va de la mano. Las ganas de crecer.
P.: Yo estoy de acuerdo contigo; y un paso para crecer es que mandes un saludo a MATAGIGANTES
C.: Les mando un saludo muy grande a MATAGIGANTES, a la gente que lo escucha. Fíjate iba a decirles que los quiero mucho. Sí, les quiero muchísimo y espero que tenga una vida cojonuda.
Marian Lucendo.