El Rayo Vallecano en la tarde de hoy ha sido una apisonadora en un partido ante el líder actual de la categoría. Primera parte para enmarcar del conjunto entrenado por Míchel
Vallecas se preparó durante toda la semana para la que, de momento, ha sido la mayor batalla deportiva del año en nuestro estadio. Incluso el club, en un gesto inusual en ellos, promocionó entradas para acompañantes de abonados con un buen precio. Todo con el mismo fin: llenar Vallecas y convertirlo en una olla a presión.
Sonaban los tambores de guerra cuando el Rayo llegaba por la Albufera y descendía por la calle Payaso Fofó. Las armas estaban en lo alto, conscientes de que esta batalla podría allanar el camino hacia ganar la guerra. Y sucedió lo que es habitual cuando los hombres de tus filas van todos a una, conocen el sufrimiento que hay que soportar para lograr la gloria. Todos unidos, todos hermanos, todos a por el enemigo.
Salió el Rayo muy enchufado, con el once tipo de Míchel para las grandes ocasiones de esta temporada. Recuperó a Santi, quien en las últimas jornadas había perdido algo de protagonismo. Y todo salió a pedir de boca. En tan solo unos minutos, Remiro fallaba en una salida y el Rayo marcaba en una jugada de estrategia. Justo lo que le había traído de cabeza hasta el día de hoy. Paradoja. A los pocos minutos, Álex Moreno se adentraba por la banda izquierda y ponía una pase atrás, para que tras tocar levemente el portero del Huesca, lo empujara a las mallas Embarba.
El Huesca estaba contra la lona, el Rayo se sentía el dueño y señor del campo. Sabía por donde ganar la batalla, moviendo a los soldados rivales de un lado a otro para atacar de forma imprevisible, por los huecos que dejaban en su retaguardia. Y, tras un saque de costado, Baiano chutaba por terminar la jugada, tocó en un defensa del Huesca y habilitó a De Tomás para que llevara el balón al fondo de las mallas.
El Rayo se sabía ya ganador, Vallekas lo celebraba. Escenario que pocos se imaginaban antes de comenzar. El líder tumbado contra el aspirante de colmillo afilado. El Huesca mejoró en la segunda, pero el Rayo controló el partido a su merced, con un imperial Fran Beltrán en el medio dominando los espacios.
El partido acabó, la niña se llevó la camiseta que Alberto, el capitán de la tropa en el día de hoy, le había prometido. Resonaba de nuevo «La Vida Pirata» ese canto de guerra que anticipa que nuestros soldados, en el día de hoy, están más cerca de ganar la guerra que nos lleve al territorio prometido.
Texto: Christian M. Arjona
Imagen: Iván Díaz