El Rayo Vallecano, con Paco Jémez de nuevo en su banquillo, deja vivo al Betis y empata un partido que, a pesar del insuficiente resultado, dejó muy buenas sensaciones.
Texto de Javier Fernández Sánchez
La última vez que el Rayo ganó fue el 28 de enero y lejos de su casa: en Mendizorroza, ante el Deportivo Alavés. Desde entonces, el equipo vallecano ha jugado ocho partidos, perdiendo todos excepto el último ante el Betis de Quique Setién. No se cumplió la máxima de ‘entrenador nuevo, victoria segura’, pero el equipo dejó sensaciones que pueden aliviar un empate insuficiente para el objetivo del Rayo: la salvación.
El retorno de Paco Jémez trajo novedades en la alineación. Jugadores como Medrán o Pozo, que no habían gozado en los últimos encuentros de muchas oportunidades, volvieron a ser titulares en un Estadio de Vallecas donde la lluvia respetó, sorprendentemente, el desarrollo de un encuentro celebrado en el nuevo y extraño horario de las dos de la tarde.
Con este panorama recibía el Rayo Vallecano al Betis de Quique Setién, criticado tras la dura derrota verdiblanca ante el FC Barcelona. Se enfrentaban, por lo tanto, dos equipos con urgencia de victoria y, además, dos entrenadores con estilos de juegos muy similares.
Ese duelo de pizarras, a pesar del resultado, lo ganó Paco Jémez. El Rayo Vallecano ejerció, desde el primer momento, una presión muy alta sobre los defensas y el portero verdiblancos que obligaba a Pau López a rifar la pelota. La mayoría franjirroja en el centro del campo, junto al ímpetu con el que los jugadores luchaban por cada balón, hicieron que los vallecanos recuperasen pronto la pelota y atacasen rápidamente por las bandas a través de Bebé y Álvaro.
La consigna era clara: presión, recuperación y al ataque. Antes del minuto cuatro, el Rayo ya había tenido un par de ocasiones muy importantes de la mano de Álvaro y de Raúl De Tomás, que estuvo magnífico en sus duelos particulares con los centrales Mandi y Bartra. Con este último tuvo un pequeño encontronazo que, a pesar de no tener importancia, no pasó desapercibido para Mateu Lahoz.
Tal vez el colegiado quería evitar que las revoluciones a las que iba el Rayo dificultasen su gestión del encuentro, porque lo cierto es que el combinado franjirrojo salió a pelearlo todo: cada balón divivido, cada pase en profundidad, cada centro al área… Esta actitud electrizante se percibió en la grada, pues la afición rayista no paró de animar y de apoyar ni un solo instante del encuentro.
Sin embargo, el Betis supo mantenerse en pie a pesar de los embistes vallecanos. El equipo verdiblanco no perdió la compostura en ningún momento del partido, manteniendo la posesión y reestructurándose en defensa si se producía alguna pérdida. Hay que destacar en la realización de estas labores a William Carvalho y a Sergio Canales. El primero estuvo excelso en la distribución del juego, y el segundo generó mucho peligro con sus pases entre líneas.
La primera ocasión del Rayo la protagonizó el central bético Mandi. En el minuto 17, el defensa logró despejar un centro lateral desde el costado derecho y a punto estuvo de colarse el balón en la red. El ímpetu rayista necesitaba precisión, y casi consigue adelantarse minutos más tarde: Raúl De Tomas, tras haber controlado magistralmente un pase lateral de Bebé desde el lado derecho, metió bien el cuerpo pero cayó en el área y el balón fue a parar a Álvaro, cuyo disparo se fue arriba del travesaño.
Las bandas eran un quebradero de cabeza constante para el Betis. Los extremos Bebé y Álvaro, junto con los laterales Tito y Alex Moreno, fueron una pesadilla para la defensa bética.
Pese a ello, el Betis generó mucho peligro con los balones en profundidad a Joaquín y Jesé, así como las internadas al área del canario y de Tello. Fue después de una juagada verdiblanca, que culminó en un disparo de Emerson fuera de la portería de Dimitrievski, cuando llegó el primer gol del partido.
El Rayo seguía con la misma idea de presionar la salida del balón, recuperarlo y salir escopetado a la contra. Así llegó el 1-0 en el minuto 33, cuando Alex Moreno, después de que Pau López tuviera que ejecutar un pase en largo fruto de la presión, se hizo con la pelota en el centro del campo, avanzó hacia la línea de tres cuartos y envió un pase en profundidad a Bebé. El extremo superó a Mandi en velocidad y, desde el costado izquierdo, colgó un balón que fue rematado magistralmente por Raúl De Tomás sin oposición alguna por parte de la defensa bética. La excitación y el ímpetu vallecanos se habían convertido en alegría, pero todavía quedaba mucha tela que cortar.
Tras el gol, ambos equipos continuaron con el mismo planteamiento, si bien es cierto que Bartra se animó a subir más al ataque y a salir de la cueva, con bastante soltura.
A pesar de que muchos de los pases en profundidad del Betis no fueron muy precisos, aquellos que sí llegaron a los pies de algún jugador verdiblanco generaban mucho peligro, pues, al ejercer tanta presión arriba, el Rayo dejaba atrás muchos huecos.
Así fue como, antes del descanso, Mario Suárez cometió sobre Bartra en la frontal del área, muy peligrosa. Sin embargo, Joaquín envió el balón a la barrera y, tras un par de ataques del Rayo, llegó el descanso.
El público vallecano reconoció el trabajo y el sacrificio del equipo. Pero aún quedaban 45 minutos por disputarse.
En la segunda parte, el Betis ejerció la misma presión alta que había realizado el Rayo en el primer tiempo. Sin embargo, la primera gran ocasión del segundo periodo fue para los vallecanos, ya que en torno al minuto 50, Raúl De Tomás, sin ninguna oposición, remató en el área un centro botado desde la esquina derecha del único fondo del estadio.
El encuentro se desarrolló en la misma línea que la segunda parte. Presión alta de los atacantes, balones divididos, pases en profundidad buscando la espalda de las defensas… Lo que marcó la diferencia fue la efectividad del Rayo en sus ataques por las bandas en contraste con la imprecisión del centro del campo bético a la hora de conectar con sus delanteros.
De nuevo, Bebé seguía siendo un puñal por la banda derecha, desbordando, colgando centros y Volviendo loco a sus marcadores Emerson y Mandi.
Y es que el Betis parecía desbordado en algunos tramos del partido. Para muestra fue la amarilla a William Carvalho, tras una falta sobre Pozo, el minuto 56.
Así continuó el Rayo durante otros diez o quince minutos en los que el ritmo del partido se redujo un poco, y se hizo con el control del balón, distribuyéndolo eficaz y rápidamente, elaborando jugadas que acababan normalmente en un centro lateral, pero sin llegar a culminar en un remate que diera la tranquilidad franjirroja.
Tras este periodo en el que el Rayito se gustó, la gasolina empezó a disminuir. Entonces el Betis comenzó a adelantar sus líneas, embotellando progresivamente a la escuadra vallecana, que conseguía salir del atolladero a duras penas, sobre todo gracias a la pericia de jugadores como Medrán, Pozo y, de nuevo, Bebé.
Las tornas habían cambiado: quien sacaba en largo ahora era Dimitrievski, y quienes recuperaban la pelota eran William Carvalho, Canales y Lo Celso. Sin embargo, el Rayo defendió con mucho oficio, manteniendo las líneas muy bien colocadas.
Justo después de que Setién diera entrada a Kaptoum en sustitución de Lo Celso, Raúl De Tomás estuvo a punto de hacer doblete tras errar una clara ocasión frente al portero, después de haberse zafado de los centrales béticos muy hábilmente con un recorte.
Poco a poco, el Rayo empezó a flaquear, momento que fue aprovechado por jugadores béticos como Canales, que dejó un par de detalles técnicos que explicaron muy bien por qué había sido convocado por Luis Enrique en el último parón de selecciones.
El Rayo se defendía con uñas y dientes, presionando muy arriba e intentando salir a la contra cada vez que podía. Y precisamente cuando menos gente había en la defensa franjirroja, Canales recogió un rechace en la línea de tres cuartos, metió un balón interior a William Carvalho quien, al momento, sirvió un pase a Tello que venía como una bala desde el costado derecho. El exjugador blaugrana remató según le vino y, a pesar de que Tito intentó desviar el disparo, la pelota tocó en él y acabó en la red. Era el minuto 80.
Los muchcachos de Jémez, a pesar del duro revés, continuaron intentándolo. Eran tales la exitación y desesperación rayistas que, después de que Bebé optara por disparar en liugar de pasarle el balón a Raúl De Tomás, el 9 vallecano acudió a recriminarle dicha decisión.
La impotencia franjirroja se reflejó en la expulsión de Franco Di Santo. Todo el trabajo, el sacrificio y el ímpetu que había puesto el Rayo para llevarse el partido fue en balde, ya que, si bien se ha cortado la infame racha de siete partidos consecutivos perdidos, el empate no es suficiente.
Sin embargo, aún quedan nueve partidos y las sensaciones fueron buenas, por lo que todavía no hay nada sentenciado.
Crónica de Javier Fernández Sánchez.