Rayo y Sevilla empataron (1-1) en un partido sin demasiada mordiente. Los de Iraola suman los 34 puntos y continúan su escalada
Jesús Villaverde / Matagigantes
La sobremesa nunca ayuda a la creación. Los minutos discurren pausados, lentos y con un aura de pereza irrenunciable. Rayo y Sevilla se contagiaron de esa falla en el tiempo y el reloj se los comió. Y eso que parecía que el inicio de encuentro auguraba vértigo con la ocasión de Camello en el primer minuto.
Todo quedó en standby hasta la media hora. Suso recogió un balón suelto en la frontal del área, disparó y estrelló el esférico en Óscar Valentín para que se adentrase en la meta de Dimitrievski.
La primera parte del partido hizo honores al horario de siesta. Gueye se situó como un muro infranqueable en la medular sevillista y el Rayo no alcanzaba la profundidad que acostumbra. Tampoco el Sevilla, pese a la ventaja, se soltaba demasiado.
Tras la reanudación, y después de coquetear con una expulsión que llegó a revisar el VAR, Lejeune conectó un remate de cabeza inapelable para poner el empate en el electrónico. Puso las tablas el parisino tras una clara ocasión de Camello bajo palos. Tras el jarro de agua fría, Bryan Gil dispuso la ocasión más clara del Sevilla en la segunda mitad con un remate desviado. Por parte franjirroja, Isi estuvo cerca de poner distancia con el rival mediante una falta que salió cerca del oalo defendido por Bono.
Solo en los instantes finales, con goles anulados a En-Nesyri y Raúl de Tomás y una clarísima ocasión de Álvaro García, que repelió el arquero marroquí del conjunto hispalense, puso algo de picante a un partido bastante soporífero en líneas generales. Lo mejor fue el punto obtenido, que no es poco. Lo malo, el partido en sí mismo; una sobremesa sin café.
Imagen destacada: @RayoVallecano
