Contra gigantes y molinos

Contra gigantes y molinos

Una reflexión sobre lo que significa cumplir 100 años y más en un club como el Rayo y un barrio como Vallekas.

Y como quien no quiere la cosa, hoy el Rayo cumple 100 años. Un siglo de vida futbolística arraigada en el barrio que hoy festeja la efeméride balanceándose en la euforia de celebrar que un club humilde se hace centenario en Primera y la desidia con la que la dirigencia maneja el 90% de la entidad, incluidos los actos de festejo del propio centenario. Muchos amigos pasan por aquí hoy para evocar sus vivencias en este siglo rayista, y yo además de eso, quiero reivindicar la razón por la que uno, pese a todo, sigue siendo del Rayo.

La historia de la Agrupación nunca fue un camino de rosas. Desde su comienzo, cuando unos chavales se juntaron en casa de Prudencia Priego hace hoy 100 años para hacer un equipo para jugar pachangas los domingos, quedaba claro que lo que nunca se podría perder es la humildad. Pasaron los años, la Agrupación Deportiva El Rayo empezó a competir en la Federación Obrera en la República, después de la guerra se inscribió en las competiciones oficiales en la Federación Castellana, renovó sus votos de amor eterno a su barrio natal cambiando su nombre a Agrupación Deportiva Rayo Vallecano, llegaría una franja roja a cruzar el pecho de la camiseta hasta entonces blanca, llegarían los ascensos, el Matagigantes, descensos, nuevos ascensos, Europa, Segunda B, el auge y caída del Femenino… Y aquí seguimos, 100 años después, que no es poco.

En todo ese breve y parco resumen del párrafo anterior de la historia de nuestro club, hay un denominador común de todos los eventos que han marcado la vida en franjirrojo: las cosas nunca van a ser fáciles, las victorias serán pocas, y siempre estarás más cerca de caer y desaparecer que de triunfar. Como todo en el fútbol, eso es extrapolable a la vida, y más en Vallekas y zonas similares de tradición obrera. Sabes que nadie te va a regalar nada, ni siquiera quien supuestamente está de tu parte. Y con todo ese panorama, aquí seguimos. Llenando el Estadio aunque haya que hacer colas indignas en las puertas de taquillas en pleno siglo XXI, apoyando a jugadores y cuerpo técnico en tanto y cuando, aunque los resultados no se den, dejen la vida defendiendo la Franja. Y, para unos pocos escogidos que no tienen suficiente con esto, yendo a la City o a los centenares de campos donde juegue un equipo de una cantera que se codeaba con las mejores del país y que ahora, de nuevo fruto de la desidia presidencial, ha de contentarse con mantener al filial en categoría nacional.

Si ser de un equipo te va a dar más sinsabores que felicidades, ¿por qué seguir ahí, tomando el camino difícil?. No sé si otras personas tendrán una respuesta a esta pregunta, yo trataré de darles una personal. El Rayo para mí es como un riñón. Es algo que es parte intrínseca de mí. Podré vivir si me lo quitan, pero desde luego estaría realmente jodido si sucediese. En septiembre harán 20 años de la primera vez que fui al Estadio de Vallecas, entonces con el nombre de una señora y con el Rayo purgando en su primer año (de su segunda etapa) en Segunda B contra el Real Madrid B (hoy Castilla). Yo no fui de aquellos que cuando cumplieron los 5 años su padre les dijo de ir al Nuevo Estadio, yo fui por primera vez a los 10 y porque le dije a mi tío que me llevara, que la entrada estaba barata. Desde ese día que le estoy agradecido al tío Isi por todo lo que desató después. Al poco tiempo, tras salir de Segunda B, nos encontramos en 2011 con el equipo sin cobrar y a punto de ascender, y después del ascenso, la ley concursal, y como olvidar el Tamudazo que nos ha hecho llegar hasta aquí… Por eso festejo el centenario, porque para un club como el Rayo, que ha matado algunos gigantes y ha chocado con muchos molinos, seguir en pie después de mirar al abismo y que éste le devuelva la mirada es un logro, no diré que equiparable a ganar una Copa de Europa, o 2, o 15; porque ser del Rayo no se puede comparar con nada.

Por eso quiero alzar mi vaso y abrazarme con todo el rayismo, de Vallekas y del extranjero, para brindar por 100 años de una historia tortuosa pero preciosa, y por otros 100 años en los que seguiremos adelante, matando gigantes y chocando con molinos, manteniéndonos firmes en lo que somos, un club humilde de un barrio obrero. Porque bien lo ha dicho Don Rafael Garrido, socio número 1 de la Agrupación: «El día que el Rayo no sea de Vallecas, desaparecerá». Pasarán jugadores, entrenadores, presidentes, jugadoras, entrenadoras, promesas de cantera, años bonitos, temporadas duras, descensos, ascensos y lo que tenga que pasar. Pero todo ello pasará porque el Rayo tiene detrás a su gente, a su barrio, a Vallekas. Por todo ello…

¡¡¡FELIZ CENTENARIO, MI QUERIDA AGRUPACIÓN DEPORTIVA RAYO VALLECANO!!!

Texto e imagen de Jorge Morales García