El Rayo se repone al gol inicial del CD Yuncos para lograr el pase a la siguiente ronda de Copa del Rey con una goleada a domicilio (1-6). Los de Íñigo Pérez hicieron el partido que debían y materializaron sus ocasiones contra un meritorio rival que se dejó la piel.
De pronto, un frenazo en la autopista y esas escasas milésimas de segundo en las que agarras con firmeza el volante y piensas que el golpe es inminente y vete tú a saber… Después, tras ser capaz de gobernarte a ti mismo, pisas el freno y respiras. Esta vez no ha sido para tanto. Algo así le ocurrió al Rayo Vallecano en su visita a Yuncos. Confieso que cuando Aarón García aprovechó el grosero fallo de Vertrouwd featuring Balliu & Dani Cárdenas, regateó al arquero y puso por delante al conjunto toledano, hubo unos instantes en los que pensé en la eliminación y todo lo demás. Por suerte, fui capaz de gobernar a mi mente, en parte gracias al acierto de Fran Pérez. El extremo valenciano había desaprovechado un magnífico envío de Isi para el empate y no quiso volver a errar. En el siguiente balón que le cayó en el área, tras un fantástico centro de Camello, mandó la pelota a guardar y relajó las posibles ansiedades que se hubiesen instalado en el cuadro de mandos mental del equipo franjirrojo. En la siguiente jugada, el 22 rayista volvió a recoger un balón suelto en el área para, con una bonita definición de zurda, voltear el resultado por encima del guardameta amarillo. Por si fuese poco, solo tres vueltas de segundero después se permitió colocar un balón en la escuadra de un derechazo letal. El Rayo había sorteado el posible accidente y la autovía se mostraba ahora como un camino tranquilo, sin interrupciones ni inclemencias.
Resulta complicado resumir todo lo que ocurre en cuarenta y cinco minutos de fútbol. Quizás por eso acabo de darme cuenta de que no, no lo he hecho. Porque minutos antes del gol del Yuncos, concretamente cuando corría el 9 en el minutero, a punto estuvieron los locales de ponerse por delante con un cabezazo de Óscar Fernández que consiguió sacar el guardameta rayista Dani Cárdenas. Y porque, también, un par de minutos después del 1-3, el propio Fran Pérez se vistió con el traje de la generosidad cuando tenía claro disparo a gol y cedió un balón al que no llegó Isi Palazón. Ahora sí, la primera parte está finiquitada en estas líneas, a las que solo les queda destacar el amago de apagón en el minuto 10 que, finalmente, quedó en otro agarrón al volante sin consecuencias.
Tras la reanudación, y con el partido ya virtualmente liquidado para los visitantes, el duelo se sosegó más, si cabe, y el Rayo se hizo absoluto dominador del mismo, si es que no lo estaba siendo ya antes. Intentó Fran Pérez el póker de goles, pero cruzó en exceso su intento. El que sí consiguió aprovechar el hueco que le dejaba Iker Carrillo en la salida de una falta fue Gumbau. El catalán aprovechó la deficiente colocación del guardameta, que esperaba el centro, como todos, por otra parte, para colocar el balón lejos de los guantes del guardavallas local. Los minutos pasaban, de manera plácida para todos, cuando, de repente, Josito se encontró solo frente a Dani Cárdenas, que se le hizo gigante y consiguió repeler el remate forzado del jugador amarillo. Fue el único acercamiento de ambos equipos en los minutos centrales de una segunda mitad muy calmosa. Hasta que llegó un balón a los pies de Sergio Camello en el borde del área y el 10, generoso, porque tenía opción de disparo, cedió al capitán in pectore rayista. Óscar Trejo recibió en la frontal del área y fusiló a un Iker Carrillo que, pese a la cercanía y la fuerza del disparo, alcanzó a rozar el balón antes de ver como se instalaba en sus redes. Y cuando parecía que ahí iba a quedar todo, un balón bombeado de Iván Balliu se encontró con las piernas del propio Camello que, en un remate, por decir algo, nada académico consiguió, por fin, llevarse su diana. El gol del ariete franjirrojo fue algo parecido a esas ocasiones en las que pierdes algo por casa y lo buscas, lo buscas con ahínco y con la ilusión de que aparecerá, porque tiene que aparecer, pero al final acaba manifestándose cuando ya habías dejado de buscarlo, días después, incluso, de la forma más casual y en un lugar en el que hubieses jurado que no lo ibas a encontrar.
Con el sexto tanto del Rayo y una nueva ocasión del Yuncos, un cabezazo que se estrelló en el travesaño y estuvo cerca de ser remachado a gol en el rechace, se puso broche a un partido sencillo, de tono festivo. Para el recuerdo, la preciosa la imagen que dejó la plantilla del Yuncos, al final del encuentro, abrazada en el círculo central y celebrando su clasificación para esta Copa del Rey. Una eliminatoria en la que no hubo mucha historia más allá de un plot twist inicial que los de Íñigo Pérez reencauzaron rápido en el guion prestablecido.





