Y no sé ni cómo

Y no sé ni cómo

El Rayo araña un punto agónico, de penalti en el descuento, ante el BK Häcken (2-2) en su visita al Gamla Ullevi de Göteborg. Terrible partido del equipo franjirrojo, que no mereció el punto y fue claramente superado, en todas las fases, por el conjunto sueco.

Cuando estudiaba Periodismo en la Complutense aprobé un examen sin apenas estudiar con un profesor que era un hueso. Y no sé ni cómo. Cuando jugaba al fútbol sala en categoría juvenil marqué un golazo de volea para ganar un título. Y no sé ni cómo. Cuando había dejado de creer en el amor acabé enamorándome y saliendo, hasta hoy, con la mujer de los sueños de cualquiera. Y no sé ni cómo. Muchas veces, la vida transcurre, las cosas pasan, y no somos capaces de explicarnos como han ocurrido de la manera en la que ocurren.

El Rayo fue en Suecia la viva imagen de mi yo del pasado consiguiendo cosas de manera inexplicable. Es imposible buscarle la lógica a que el Häcken pudiese marcar hasta en cuatro ocasiones claras antes de los 15 minutos y fuese el Rayo el que anotase el 0-1 en su primera aproximación. Pero el contragolpe delineado a la perfección por Balliu al buen desmarque de Camello a la espalda y el pase de la muerte de este a Álvaro lo hizo todo sencillo cuando más oscuro estaba. Previamente, sendos fallos en defensa de Balliu y, sobre todo, de un horrible Pathé Ciss dejaron en clara posición de gol a los jugadores locales, que evidenciaron que si el Rayo hubiese estado jugando así contra algún equipo de más entidad podría haber dimitido del partido por goleada en las primeras de cambio.

El gol visitante no cambió el guion y el Häcken siguió aprovechándose del terrorífico partido defensivo y en salida de los franjirrojos, tremendamente fallones en todas las zonas del campo. Solo un tiro lejano del goleador Álvaro García, detenido por Berisha, pudo ampliar la ventaja antes de que Lindberg recogiese un balón frente a la retaguardia rayista, pasiva y contemplativa, y se pasease con él hasta la frontal del área, donde disparó sin oposición ya casi más por vergüenza que por fútbol. El conjunto sueco ponía con el empate algo de justicia hacia lo visto en el marcador. Lo inexplicable se daba una tregua para dejar un pequeño respiro a la lógica, pero no demasiado. Porque, al filo del descanso, tras anular un penalti clarísimo sobre Trejo por un offside de Balliu, el colegiado perdonó la segunda amarilla al propio Chocota cuando ya se dirigía directo a mostrársela. El Rayo había conseguido llegar al descanso con empate y once jugadores sobre el césped. Y nadie supo explicar cómo.

El break presagiaba un cambio de rumbo en el guion del partido. La primera parte había evidenciado varias cosas: que la planificación deportiva de la dirección deportiva ha sido nefasta, que el conjunto de Vallecas tiene unos siete u ocho jugadores indiscutibles y que cuando no están no salen las cosas y que, esta vez, la Fortuna se había vestido con la elástica franjirroja. La reanudación dejó claras otras tantas, como que Íñigo Pérez es un dominador de los planteamientos, pero cuya gestión de partidos, a veces, es algo fantasmal. El Häcken seguía dominando el centro del campo a su antojo frente a un perdido Gumbau y un Pathé Ciss que no adivinaba si el viento en Gamla Ullevi soplaba por levante o por poniente. Trejo había quedado en el banquillo, perdonado por el árbitro, pero no por el míster. En su lugar había aparecido Pedro Díaz, al que la medular rayista extraña cuando no está. Lo mismo que al vasquito Unai López. Lo cierto es que la primera parte franjirroja ofrecía la posibilidad, casi necesidad, de modificarlo todo. Pero Íñigo Pérez no lo veía así y continuó en la misma senda incluso después de que el Häcken se pusiese por delante tras remachar Brusberg un remate cruzado de Svanback. Perdía el Rayo en Suecia con toda justicia, pero nada cambiaba sobre el césped. Cuando se introdujeron las modificaciones y entraron los Fran Pérez, Jorge de Frutos y Alemão el conjunto vallecano pareció dar un paso adelante, aunque ya parecía que todo llegaba tarde.

El carrusel de cambios se abrazo al segundo gol local y espoleó algo el inexistente orgullo que mostró el Rayo sobre el terreno de juego de Göteborg. Un remate en semifallo de ‘Pacha’ Espino se estrelló en el travesaño tras el error de Berisha y abrió paso a un golpeo extraordinario de Pedro Díaz, desde más allá de la línea divisoria, que el propio guardameta despejó a córner con serias dificultades. El Rayo se volcaba sobre el área escandinava con algo más de corazón, que tampoco mucho, que cabeza y llegaban algunas ocasiones. El Häcken, por su parte, se defendió con un único disparo a puerta en un libre directo frente al que Batalla sacó sus puños. El tiempo se echaba sobre la escuadra franjirroja, que veía escapar los puntos entre los dedos y una volea de zurda fabulosa de Jorge De Frutos que se marchaba desviada por milímetros y un balón suelto que Fran Pérez no consiguió rematar con claridad a la salida de un córner. Se había vuelto algo bronco el partido y los de Íñigo Pérez parecían buscar más el enfrentamiento que el empate. Llegaron ambos. Y no sé ni cómo. En la última jugada, Álvaro García iba a volear un balón bombeado de ‘Pacha’ Espino cuando el central Samuelsson lo derribó con un planchazo grosero y bastante torpe. El árbitro, que primero iba a señalar juego peligroso del extremo rayista, avisado por el VAR, señaló el punto de penalti cuando el segundero ya agonizaba. Tras una absurda y ridícula tangana entre los negro-amarillos y los franjirrojos, los rayistas Alemão, De Frutos y Ratiu debatían en el punto de penalti quien lanzaría. Y de manera incomprensible, Andrei Ratiu cogió el balón y, entre malabares y filigranas, lo colocó en el punto de penalti. La hinchada vallecana contuvo la respiración, pero lo cierto es que el lateral rumano disparó con calma y seriedad para poner el definitivo empate a dos en el marcador y recuperar un punto para los suyos en uno de los peores partidos franjirrojos de los últimos años. De la misma forma que mi yo universitario, la promesa del fútbol o el amante desengañado, el Rayo consiguió arrancar un valioso punto en su terrorífica visita a Göteborg. Y no; no sé ni cómo.