Funcionó la pizarra

20/01/2018
Funcionó la pizarra

Después de una semana de obligado descanso, tras la suspensión del partido de la jornada anterior en León, volvía el juvenil A del Rayo Vallecano a jugar y lo hacía como local recibiendo a un siempre peligroso CD Diocesano. Era el primer partido que el equipo tenía que afrontar sin Sergio Moreno (ya en el Rayo B), su referencia ofensiva en ataque y autor de 17 goles en lo que va de campeonato. A priori una baja sensible para el equipo y que dejaba la incógnita de cómo iba a afectar al conjunto de Ángel Dongil dicha baja.

Saldría el Rayo Vallecano con una defensa inédita, en la que debutaba en casa (ya jugó fuera de casa) ocupando el carril izquierdo Raúl Medina, juvenil aún de primer año y que ha cumplido con creces en el día de hoy, disputando además los 90 minutos del partido. En punta iba a jugar Killer como único delantero, escoltado por Javi Rubio y Gómez en los costados, Vallinot de enganche y en el centro del campo la dupla Marti-Ángel.

Que el CD Diocesano no venía de mera comparsa o a hacer turismo a Vallecas lo dejó claro en su primera jugada de ataque, apenas dos minutos después de que el colegiado decretara el comienzo del partido. Un balón a la espalda de la defensa iba a propiciar un uno contra uno del delantero extremeño ante Fer, que emularía a los mejores arqueros argentinos o a los míticos Jesús Clavería o Luis Amado y haciendo la famosa cruz lograría desbaratar la ocasión visitante.

El Rayo quería mandar en el juego, sin demasiada profundidad y ante un Diocesano que trataba de combinar y triangular en tres cuartos de campo con jugadores que se asociaban y jugaban el balón con calidad. Tras 20 minutos de escaso bagaje ofensivo de los franjirrojos, en los que solo un tiro cruzado de Gómez había sido lo más destacado, llegaría el capitán Marti para desatascar el partido. Se iba a sacar de la manga un auténtico golazo de falta que haría imposible alcanzar el balón a Gonzalo, meta cacereño.

Tras el gol, el guión del partido era poco más o menos el mismo, las ocasiones brillaban por su ausencia y ambos conjuntos intentaban explotar sus virtudes, sin obtener demasiado fruto. De hecho, al descanso hubiésemos llegado con el solitario gol de Marti si no hubiese emergido la figura del colegiado que se erigió como estrella invitada del choque e iba a señalar un penalti que vio él y poco más. En una jugada en la que, es cierto que Pascual peca de exceso de confianza, el delantero visitante gana la posición y el central rayista levanta en exceso la pierna despejando el balón. En un primer momento el colegiado levanta la mano para señalar un libre indirecto y acto seguido decreta penalti ante el asombro de los allí congregados. Iván, delantero centro del Diocesano iba a engañar a Fer en el lanzamiento y ponía el empate a uno en el marcador.

En la segunda parte las cosas iban a cambiar diametralmente y eso fue en parte por las variantes tácticas que Ángel Dongil ordenó a los suyos. Normalmente cuando se habla de ataque de entrenador se hace de forma despectiva o peyorativa, ante decisiones que toma el entrenador y que no tienen el fruto deseado. En este caso, yo diría que Dongil ha sufrido este ataque de entrenador y lo ha sufrido para bien, permutando las posiciones de Vallinot y Martínez, dejando al capitán franjirrojo por detrás de Killer.

A los dos minutos de la reanudación del partido, Javi Rubio iba a abrir en banda a Marti para que éste pusiera un balón potente al área para que Vallinot entrando desde segunda línea batiera al guardameta rival. Jugada de tiralíneas del Rayo que volvía a ponerse por delante con toda la segunda parte por disputar.

El gol espoleó a los rayistas que estuvieron a punto de hacer el tercer gol tras un despeje de Martín, convirtiéndose en un balón aéreo sin dueño al que iba a llegar tarde el portero visitante y Killer iba a estar más vivo para rematar de cabeza yéndose desviado por muy poco. El delantero franjirrojo iba a convertirse en uno de los protagonistas de la segunda parte, aportando muchísimo trabajo arriba, jugando de espaldas a portería, abriendo espacios a sus compañeros de segunda línea y fajándose con la defensa rival durante los 90 minutos.

Con el 2-1 en el marcador y el conjunto extremeño buscando el empate, Dongil iba a mover ficha en su particular tablero de ajedrez y pasaba de jugar con una línea de cuatro atrás a jugar con cinco defensas, dejando a Javi Rubio como carrilero diestro e incrustando a Meseguer junto a los dos centrales.

En el minuto 85 iba a aparecer Migallón, que había entrado al campo mediada la segunda parte, para dejar la jugada con más calidad del choque. El habilidosos jugador franjirrojo iba a deshacerse de todos los rivales que iban a salir a su paso en una jugada en la que había caído a banda y cuando parecía encerrado junto al banderín del córner iba a poner con la derecha (es zurdo) un balón al área al que llegaría Marti desde atrás cabeceando al fondo de las mallas. Un tanto en el que Marti iba a rematar solo gracias de nuevo al desmarque de Killer al primer palo, arrastrando a los centrales con él.

Con el 3-1 iba a finalizar el encuentro, que sin ser demasiado brillante, nos ha dejado a un juvenil del Rayo Vallecano superior a su adversario, que ha dejado detalles de calidad en sus jugadores de ataque y de creación. Esta semana la pizarra de Dongil ha dado sus frutos y la permuta de Vallinot y Marti en la segunda parte ha sido todo un acierto. Tras el partido nos comentaban, tanto el propio Marti como Mese (segundo entrenador), que es algo que han trabajado y ensayado durante la semana.

Una victoria importante para seguir tras la estela del Atlético de Madrid, a la espera de un tropiezo de los rojiblancos para asaltar el liderato. La próxima semana el equipo viaja a Almendralejo para enfrentarse al conjunto local, que han sumado un punto en las últimas cinco jornadas, pero a buen seguro no será un rival nada fácil para los nuestros.

Texto: Alberto Leva

Imagen: Iván Díaz